
lo ganó con su Nocturno…
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Entre las numerosas premiaciones de la XLVI Jornada Cucalambeana, estuvo la del Concurso nacional de glosas Canto alrededor del punto 2013 —tributo al emblemático escritor Adolfo Martí Fuentes—, que esta vez tuvo como jurado a los escritores Odalys Leyva, Alexander Besú y Pedro Péglez González, quienes al dar a conocer el texto seleccionado —Nocturno en ánforas de miel— y abrir la plica correspondiente, disfrutaron de agradable asombro: El poema que a causa de su atmósfera pensaban escrito por una joven autora, se debía a la reconocida escritora Caridad González Sánchez (La Abuela) (Santa Clara, Villa Clara, 1945), asidua a la tertulia La décima es un árbol, de la investigadora y poetisa Mariana Pérez Pérez.
La galardonada es Técnico medio en Bibliotecología, ya
jubilada. Su primer poemario fue Décimas en D Mayor para violín y piano (Santa Clara; Editorial Capiro, 2002), y de
entonces a acá cuenta con una notable bibliografía. Entre sus numerosos
reconocimientos figuran el segundo
lugar en el IX
concurso nacional Ala Décima (2009) con su texto Albedrío,
y en el 2010, el Premio Décimas para el amor Hermeides Pompa en el X
concurso nacional Ala Décima con su obra El
relojero y el loco. En el propio 2010, conquistó Mención
en el Premio Iberoamericano Cucalambé con su decimario Adagio para cuerdas. En el XI
concurso nacional Ala Décima (2011) mereció el máximo galardón con el
cuaderno Diatriba. Otro
acercamiento a su quehacer en versos puede verse en el sitio Arte poética. Rostros y
versos, del poeta salvadoreño André Cruchaga. Ofrecemos en primicia el
texto ahora laureado:
NOCTURNO EN ÁNFORAS DE MIEL
y tiembla de fragor mi pubis duende.
Agoniza esta llama que pretende
ungir mis labios de tu miel sagrada.
Ante la impavidez de tu mirada
blasfeman mis cadenas el delito:
ambiguo talismán, fuego proscrito
en mis carnes purgadas de soborno.
¡César, clava tu cruz como un adorno
contra el volcán de sueños donde grito!
Odalys Leyva
Mientras duermo, te aguardo,
César mío
y un estruendo de luz cubre
mi piel
y son sueños impúdicos con
miel
en ánforas reales. ¿No es
sombrío?
¿No es el sueño ni es el
temor baldío
de la espera que mata y que
me asciende
hasta la nube gris y que me
enciende
de confusión en esta noche
usada?
Ave César, aguardo tu llegada
y tiembla de fragor mi pubis duende.
Vuelven las penas al saber
que aguardo
sobre el añil las sombras de
lo impuro.
Injusta es la pasión y nada
es puro
cuando esperar me cuesta,
cuando ardo.
¿Es el pecho de un dios?
Aspiro el cardo
espinoso del mal .
Ensimismada
contemplo la ilusión
decapitada
al soñar otra voz que me
sorprende.
Agoniza esta llama que pretende
ungir mis labios de tu miel sagrada.
¿Pero si a tientas busco en
las paredes
el áspid que escondiste de
mis ojos:
renacerán de nuevo mis
despojos
en ánforas de miel, en otras
redes?
¿Pero si acaso llegas porque
puedes
exigir el silencio, no es
maldito
amordazar el sueño a lo
infinito
despojando el placer a la
manada?
Ante la impavidez de tu mirada
blasfeman mis cadenas el delito.
Si buscas en la noche, buena
suerte:
encontrarás la luna
dormitando
sobre mis piernas, casi
desvariando
entre los estertores de la
muerte.
He quebrado mi voz de no
tenerte.
He dejado la ofrenda sobre
el horno
aguardando la sangre, tu
retorno
para vivir de nuevo. Salva
el mito.
Ambiguo talismán, fuego proscrito
en mis carnes purgadas de soborno.
Mientras sueño, te aguardo
así, desnuda
con mis venas abiertas al
espanto.
Hay noches que revisten luz
y manto.
Hay noches que se vuelven
cama muda.
He aguardado por ti. Mi
sueño es duda.
¿Es opresión candente, es
miel y rito
es perenne temor?. Lo dejo
escrito
y te aguardo temblando.
Negro entorno.
¡César, clava tu cruz como un adorno
contra el volcán de sueños donde grito!
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