La Abuela, de Santa Clara,
lo ganó con su Nocturno…
Entre
las numerosas premiaciones
de la XLVI Jornada Cucalambeana, estuvo la del Concurso
nacional de glosas Canto alrededor del punto 2013 —tributo al emblemático escritor Adolfo
Martí Fuentes—, que esta vez tuvo como jurado a los escritores Odalys
Leyva, Alexander
Besú y Pedro Péglez González, quienes al dar a
conocer el texto seleccionado —Nocturno
en ánforas de miel— y abrir la plica correspondiente, disfrutaron de
agradable asombro: El poema que a causa de su atmósfera pensaban escrito por
una joven autora, se debía a la reconocida escritora Caridad
González Sánchez (La Abuela) (Santa Clara, Villa Clara, 1945), asidua a la tertulia
La décima es un árbol, de la
investigadora y poetisa Mariana
Pérez Pérez.
NOCTURNO EN ÁNFORAS DE MIEL
Ave César, aguardo tu llegada
y tiembla de fragor mi pubis duende.
Agoniza esta llama que pretende
ungir mis labios de tu miel sagrada.
Ante la impavidez de tu mirada
blasfeman mis cadenas el delito:
ambiguo talismán, fuego proscrito
en mis carnes purgadas de soborno.
¡César, clava tu cruz como un adorno
contra el volcán de sueños donde grito!
Odalys Leyva
Mientras duermo, te aguardo,
César mío
y un estruendo de luz cubre
mi piel
y son sueños impúdicos con
miel
en ánforas reales. ¿No es
sombrío?
¿No es el sueño ni es el
temor baldío
de la espera que mata y que
me asciende
hasta la nube gris y que me
enciende
de confusión en esta noche
usada?
Ave César, aguardo tu llegada
y tiembla de fragor mi pubis duende.
Vuelven las penas al saber
que aguardo
sobre el añil las sombras de
lo impuro.
Injusta es la pasión y nada
es puro
cuando esperar me cuesta,
cuando ardo.
¿Es el pecho de un dios?
Aspiro el cardo
espinoso del mal .
Ensimismada
contemplo la ilusión
decapitada
al soñar otra voz que me
sorprende.
Agoniza esta llama que pretende
ungir mis labios de tu miel sagrada.
¿Pero si a tientas busco en
las paredes
el áspid que escondiste de
mis ojos:
renacerán de nuevo mis
despojos
en ánforas de miel, en otras
redes?
¿Pero si acaso llegas porque
puedes
exigir el silencio, no es
maldito
amordazar el sueño a lo
infinito
despojando el placer a la
manada?
Ante la impavidez de tu mirada
blasfeman mis cadenas el delito.
Si buscas en la noche, buena
suerte:
encontrarás la luna
dormitando
sobre mis piernas, casi
desvariando
entre los estertores de la
muerte.
He quebrado mi voz de no
tenerte.
He dejado la ofrenda sobre
el horno
aguardando la sangre, tu
retorno
para vivir de nuevo. Salva
el mito.
Ambiguo talismán, fuego proscrito
en mis carnes purgadas de soborno.
Mientras sueño, te aguardo
así, desnuda
con mis venas abiertas al
espanto.
Hay noches que revisten luz
y manto.
Hay noches que se vuelven
cama muda.
He aguardado por ti. Mi
sueño es duda.
¿Es opresión candente, es
miel y rito
es perenne temor?. Lo dejo
escrito
y te aguardo temblando.
Negro entorno.
¡César, clava tu cruz como un adorno
contra el volcán de sueños donde grito!
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