
de Leonardo Albeo Valdés
En el XIII
concurso nacional Ala Décima, premiado en febrero, el
galardón fue recogido por Mariana
Pérez, representante
de Ala Décima en Villa
Clara, quien lo entregó al ganador en su tertulia
La décima es un árbol
Durante el encuentro
de marzo de la tertulia La décima es un árbol, el poeta Leonardo
Albeo Valdés Ferrer recibió el lauro. (Foto enviada por Mariana).
El premio de
tema ecológico lo concedió Isbel
Díaz Torres, en nombre del Proyecto
El Guardabosque, y consistió en libros y una postura de ceiba. El galardón
fue recogido en la ceremonia
de premiación por Mariana
Pérez Pérez, representante
del Grupo Ala Décima en
Villa Clara, al no poder concurrir el ganador. (Foto: Tamara
Gispert).
Leonardo
Albeo Valdés (El
Santo, municipio de Encrucijada, Villa Clara, 1966) es profesor, investigador,
narrador y poeta, Licenciado en Ciencias Penales por el Instituto Superior
Eliseo Reyes Rodríguez «Capitán San Luis» (1992), Licenciado en Derecho (1997)
y Master en Psicopedagogía (2007), por la Universidad Central
Marta Abreu, de Las Villas. También ha cursado estudios de teoría musical,
solfeo y organología. Es integrante de la tertulia La
décima es un árbol. Forma parte del elenco de poetas en el programa
«El guateque de Ernestina», como poeta-declamador; asimismo, ha participado en
los programas «Soy guajiro», «Ecos del campo», «La Isla de la Música», «La Loma del Tamarindo» y
«Sonidos de la Campiña»,
todos en la emisora radial CMHW de Villa Clara. Ha obtenido numerosos reconocimientos como escritor
y como declamador. Entre los primeros, el más reciente es el Primer
Premio del Catálogo rimado 2011-2012
en el V Aniversario de la tertulia La décima es un árbol, en septiembre
pasado, con su poema Madame
de Pompadour en una silla de Versalles. De su cuaderno El camino
de la vida es este poema en una estrofa:
DESDE EL VACÍO
Percibo
desde el vacío cómo el agua se oscurece, se amarga. Desaparece de
su arteria que es el río.
¿Y los árboles? ¡Qué hastío! No juegan con la
cascada, ni bailan con su tonada.
¿Y la cascada?
No sé —me dijo un árbol—,
se fue el
sonido hasta la nada.
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