Cuba Ala Décima

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domingo, junio 10, 2012


De alta hospitalaria
Odalys Leyva

Egresó este viernes 8 de junio del Hospital Oncológico de La Habana, donde fue intervenida quirúrgicamente, y ahora continúa su recuperación en la casa de visitas de la Unión de Escritores y Artistas

La imagen es del jueves, víspera del alta. La acompañan los también miembros de nuestra agrupación Isbel Díaz Torres (a la izquierda), quien cumplió la encomienda de lograr estas instantáneas, y Luisa Oneida Landín, vicepresidenta de Ala Décima, que fue ese día la “poetisa de guardia” y organizó el dispositivo decimístico femenino del cariño en torno a Odalys desde que fue operada.


Nuestra hermana, la reconocida escritora Odalys Leyva Rosabal —presidenta del
Grupo Décima al filo y del comité organizador de sus encuentros nacionales de mujeres decimistas; miembro del Grupo Ala Décima y Premio Iberoamericano Cucalambé 2008 con su libro Los Césares perdidos, fue dada de alta en la mañana de este viernes en el Hospital Oncológico de La Habana, donde fue intervenida quirúrgicamente, y continuará su recuperación en la casa de visitas de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), sita en calle E entre 23 y 25, Vedado, con teléfono 836-1939, donde se mantendrá acompañada por su esposo Jorge Naranjo, a quien también pueden llamar por el móvil 053558121.



CRÓNICA DE UN VALOR ANUNCIADO


Fui a verla al hospital el miércoles por la tarde. Sabía que había estado, entre el salón de operaciones y la sala de recuperación (cuidados intensivos), desde las 7 de la mañana del lunes hasta las 4 de la tarde del martes, cuando regresó a su cubículo de la sala de Ginecología de la instalación hospitalaria. Por sus pasillos iba yo ese miércoles, en su busca, con el corazón apretado (los hombres somos por lo general más cobardes que las mujeres para estas cosas), a pesar de que me habían mantenido eficientemente informado de su satisfactoria evolución mis compañeras poetisas movilizadas.

Cuando abrí la puerta de su habitación, me volvió el alma al cuerpo: Odalys estaba cómodamente sentada en un sillón de cuerdas de nailon, sonriente, sin ninguno de esos andariveles (sueros, transfusiones) que por muy necesarios que le sean a un paciente no dejan de producir en quien lo visita un efecto impresionante. Tan bien la vi, que me di el “lujo” de dejarla para última en los abrazos, después de nuestro profesor Roberto Manzano, que estaba de visita, y de Lilia Aurora MachadoPremio del Grupo Décima al filo en el XII concurso nacional Ala Décima 2012—, que era el miércoles la “poetisa de guardia”.

Yo sabía de la fortaleza de cuerpo y espíritu de mi hermana Odalys, pero ella sobrepasó con creces mis expectativas. Después del beso y el apretado abrazo —sin duda emocionados, como seres queridos que se encuentran tras regresar victoriosos de una batalla—, me pidió que me sentara en su propia cama, y aunque me había visto apenas pocos días atrás, me espetó con la graciosa manía observadora de las hermanas:

— ¡Oye, yo te veo más gordito!

Mi estancia tenía que ser breve, por razones que no vienen al caso. Comentamos sobre la profesionalidad, rigor científico y calidad humana del equipo de especialistas de la salud que la intervino quirúrgicamente y le dio atención en su recuperación. Acerca de nuestra fotógrafa Tamara Gispert y su esposo Carlos, quien trabaja en este hospital, y han estado alrededor de ella desde su llegada a La Habana para la primera consulta. Me habló contenta de que hayan podido acompañarla en estos días postoperatorios las poetisas que lo han hecho, para favorecer el descanso de su esposo Jorge, que ha estado junto a ella cada noche. Esto ha sido un valor añadido: el de que Odalys haya podido entrar en contacto con la obra de escritoras de versos que, o no conocía, o no intercambiaba con ellas desde hacía tiempo.

Me presentó a la otra paciente del pulcro y acogedor cubículo, una señora amable y simpática, quien, cuando le dije que tenía allí a una poetisa importante, me respondió que sí, que sabía que en ese cuarto todos, menos ella misma, eran poetas. Y yo le rebatí cariñosamente que ella también, parafraseando aquello de nuestro inolvidable Guillermo Cabrera Álvarez: “Todos somos poetas, hasta tanto se demuestre lo contrario”.

Ya tenía que irme, a mi pesar, y de nuevo afloraron abrazos y besos. Y en la despedida, Odalys, con su mejor sonrisa:

— Toma, llévate esto —y me entregó un manuscrito—, son versos que hice poco antes de entrar al salón de operaciones, por si no te volvía a ver.

Se me hizo un nudo en la garganta, por la valentía de mi hermana y por aquello de la carta del Che: “la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos”. Me excusé con el apuro, le dije que lo leía después, volví a darle un abrazo y me marché.

Ya en el vehículo en que me llevaban de regreso, leí a mis compañeros de viaje el soneto y la décima que Odalys me había entregado, y todos nos conmovimos con la voluntad de vida de que eran expresión. Comenté que publicaría aquí la décima, y que era una lástima no poder publicar el soneto, a causa del perfil de nuestro sitio web. Sin embargo, me convenció de hacerlo quien estaba al volante, Papo, el segundo jefe de Transporte de nuestro periódico Trabajadores:

— ¡Publícalo también, chico, es un caso excepcional! Y acláralo, que publicas un soneto por excepción, así no violas el perfil del sitio.

Así que aquí van los dos textos poéticos improvisados por Odalys en estas adversas circunstancias. Van los dos, y no la décima sola, haciendo caso a la joven sabiduría y sensibilidad de nuestro hermano Papo, que corrobora la antes referida frase del Guille.


MINUTOS ANTES DE LA OPERACIÓN


He de vivir la luz de la esperanza,
fraguar mi libertad, vivir el Todo
donde mi cuerpo logre el acomodo
sin que dañe mi fe ninguna lanza.

La bailarina de mi sueño danza,
en el Salón ha de dejar su lodo,
el médico saldrá de su recodo
con la alegría que el valor alcanza.

Saltar es un remedio bien cumplido,
vivir la flor que Dios me ha deparado
sin el miedo latente y su gemido.

Ya no me quedan dardos al costado,
soy el ángel de fuego agradecido
que vibrará sublime en el estrado.


DÉCIMA POR LA VIDA
Y CANTO A MIS AMIGOS
  

Amigos, la vida es larga,
tiene escalones el cielo,
lluvia que calma el desvelo
en su desnudez amarga.
No soy yo quien se aletarga
con un crujido de nieve.
Traigo el fuego que se atreve
a quemar el dardo oculto;
soy la dama que sepulto
el dolor. La vida llueve.

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