de Odalys Leyva
(Del libro Los Césares perdidos,
Premio Iberoamericano Cucalambé 2008;
Editorial Sanlope, 2009)
Fotos: Tamara Gispert
Después de haber conquistado el segundo lugar por tres años consecutivos, Odalys Leyva Rosabal alcanzó en el 2008 el lugar cimero en el Premio Iberoamericano Cucalambé, con un libro que ella tituló Demonio lujurioso del reflejo para presentarlo al certamen, pero una vez premiado y en proceso de edición por la Editorial Sanlope, decidió como título definitivo el de Los Césares perdidos, el mismo del cuaderno con que había obtenido en el 2004 el Premio Ala Décima.
Odalys es la segunda mujer que alcanza el referido galardón (la anterior fue María de las Nieves Morales, que lo obtuvo en el 2002). Nacida en Jobabo, Las Tunas, en 1969, siendo niña pasó a residir en el municipio camagüeyano de Guáimaro, y desde allí dirige el grupo de poetisas Décima al filo. Es además miembro del Grupo Ala Décima.
De su libro premiado, que verá la luz el próximo año, adelantamos un poema:
CLEOPATRA, EN ARDID NOCTURNO,
ENTRA DESNUDA A
Cuánto fuego en el vientre de la noche,
cuánto grito en la antigua Alejandría,
y no sufro pasiones: letanía
es morder la manzana cuando el broche
queda cerrado al beso. No hay derroche
en el labio que gana miel y fruta.
¿Existe diferencia en la disputa
que va al goce supremo de la carne?
Si buscas mi quejido, es que la carne
tiene fuegos extraños donde muta.
El cielo nos presagia roca fuerte.
La luna, un suave canto de sirenas.
Y el alma es un ardor donde no hay penas
que sacudan el mar de nuestra suerte.
Anclamos toda el ansia –he de quererte
hasta en el miedo brusco de un naufragio.
¿Existe salvación? ¿No habrá presagio
que desdeñe la savia de tu boca?
Serás el dulce heraldo que convoca
en mi reino las llamas del adagio.
Es tu suave mirar un lago, y busco
en el fondo un extraño magnetismo
que descubra en mis ojos el nudismo
de sus peces amantes. Te seduzco
en un desliz de ropas. Es el brusco
intento de calmar tu poderío,
lo que mueve mis carnes si desvío
el curso de las aguas hasta el pozo
donde el goce, otra vez, es tan copioso
que desborda las márgenes del río.
En nuestros archivos, otros poemas del libro premiado este año en el Cucalambé: Cleopatra desahoga sus laberintos de piel, Reflexión de Cayo Julio César sobre el Génesis, Súplica de Arsinoe al eunuco y Juicio final en Roma.
Vea otras muestras de la obra poética de Odalys, mediante estos enlaces, en los sitios Laberinto del Torogoz y Arte poética. Rostros y versos, del poeta salvadoreño André Cruchaga.
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