Desde El Salvador

De André Cruchaga,
la segunda parte
de Tiempo y ser

Recientemente, por razones de espacio, publicamos solamente las dos primeras estrofas del poema Tiempo y ser, del poeta, profesor e investigador André Cruchaga, y mediante el anterior enlace puede verlas. Aquí ofrecemos la otra parte del poema. Este notable autor nació en Chalatenango, El Salvador, en 1957. Su obra poética abarca numerosos títulos aparecidos en libros y también en publicaciones periódicas, y una parte significativa de ella ha sido traducida a otros idiomas. De su amplio quehacer en la promoción de la poesía en general, es testimonio su antología on line Arte poética. Rostros y versos, de la cual ofrecemos un link directo a la entrada de su propia obra. De sus trabajos de pensamiento puede ver una muestra en su blog Laberinto del Torogoz, y en su bitácora Álbum nocturno, un poema suyo. También pueden apreciarse sus versos accediendo a sus blogs personales El cielo a caballo y Cuaderno del zorzal. Como se verá, Cruchaga se desenvuelve fundamentalmente en la poesía en versos libres, pese a lo cual accedió fraternalmente a nuestra solicitud enviándonos estas décimas, para las que escogió el difícil metro decasilábico.

TIEMPO Y SER

(fragmento)

III
Solo esta mi voz sin desmesura
En el jardín natural del viento;
Sigiloso, la fragancia siento
De ese traspasar en su albura:
La madrugada funda y madura
La sutil campana del alero:
El corazón frente a su velero
Es otro destello que se posa
En el alacena memoriosa
Del arrobamiento del viajero.

IV
Sueña el calendario en su sagrada
Pira; en la brasa que lo respira
La cúpula del azul transpira
Como una memoriosa llamada
Donde sólo cabe ánimo y no espada.
A veces en la marea vacilo
Pero es que, en la espada, el filo
Comparte con ella cualquier suerte
De ser simple talismán o muerte
En el hilo frugal de un pabilo.

V
El tránsito del tiempo entumece.
Al día se le lleva en el hombro;
En su diario cristal cruzo y nombro
El rastro pensado del futuro.
Y así, en el fuego me aventuro:
Andar en el rastro imaginado,
No en el maleficio del pasado
Que nada tiene, sino ser pozo
De un vado dormido y silencioso:
Una luz de “fuego trasegado”.