Cuba Ala Décima

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sábado, agosto 15, 2009

IX concurso nacional
Ala Déc
ima

Premios
de tema social
y comuni
tario

Algunas patrias salvadas,
de Jorge Luis Arias Reina

En el IX concurso nacional Ala Décima, cuya premiación se efectuó en febrero pasado, el premio accesorio Wilfredo Sánchez, de tema social, que otorga el periódico Trabajadores, y el premio accesorio Célida Cortina, de tema comunitario, que entrega el Grupo Omni-Zona Franca, correspondieron al cuaderno Algunas patrias salvadas, de Jorge Luis Arias Reina (Guáimaro, Camagüey, 1977), promotor en la Dirección Municipal de Cultura de su territorio y miembro de su taller literario municipal. Ha obtenido reconocimientos como el Premio Eliseo Saavedra, en Sibanicú (2005, 2007 y 2008); el Premio Célida Cortina de tema comunitario en el VI Ala Décima (2006); el premio Décimas para el amor Hermeides Pompa en el VII Ala Décima (2007); el Décima Joven 2007 con su cuaderno Los peligros del cielo; y en ese mismo año el segundo premio en el concurso nacional de glosas “Canto alrededor del punto”, en homenaje a Adolfo Martí Fuentes. En el 2008, mereció el Premio Wilfredo Sánchez de tema social en el VIII concurso nacional Ala Décima con su cuaderno La sangre y las fronteras. Su cuaderno Algunas patrias salvadas, premiado en el IX Ala Décima, puede verse íntegramente mediante el siguiente enlace con nuestra sección PREMIOSALA. Adelantamos aquí uno de sus poemas:


CARTA AL AMIGO DEL SUR

Todos estamos en el exilio, porque
nunca estamos donde tenemos que estar.

Carlos Esquivel G.


Hermano mío:

La gente ahoga su eternidad, a espaldas de una ciudad quejumbrosa, gris, urgente… Yo, que no soy diferente, presiento un norte de olvido (una lluvia, algún crujido que se desprende del fuego.) Y antes de quedarme ciego, auguro un canto prohibido.

Con impaciencia me inclino, ante una fe absurda y rota, que desprende gota a gota ese Dios que no imagino. ¿Será amargo nuestro vino? ¿Podrá endulzar mi costumbre? Un relámpago sin lumbre anuncia que ha muerto el día. Hermano, cuánta utopía sostiene la pesadumbre.

Soy un náufrago imprudente que perdió su rumbo. Ahora, tanta diatriba devora mi soledad inocente. Yo quiero morir de frente, y desangrarme en el miedo. Indeciso, me concedo una ruta hacia la historia. Una migaja de gloria. Llegar a estatua, si puedo.

Amigo, el hombre tropieza con la muerte, y su acertijo es un estandarte fijo en el mar de su pobreza. Desconcertado, regresa de un sueño ilusorio, grave. ¿En qué lágrima sin clave su añoranza ha navegado? Este país, disfrazado, ¿nos salvará? Nadie sabe.

Arde en mí la despedida como una lámpara escasa. (En un rincón de la casa, una bandera encendida.) Ya se acerca la partida, zarpa al sur el barco viejo. En la cubierta un vencejo trina anunciando esta carta.

Hermano, adiós.

Y haz que parta, sin arrugas,
tu entrecejo.

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