Ni muerto ni desmemoriado

Homenajeamos a Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, por el aniversario 86 de su natalicio, este 30 de septiembre, Día de la Décima Iberoamericana

Texto y foto: Modesto Caballero

No me importa morir y que me olviden,
sino morir y no tener memoria.

Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí

Con la presencia de su compañera de siempre, Eloína (jamás diremos “su viuda”, porque el poeta jamás morirá), celebramos escritores y repentistas, junto a amigos y familiares, el cumpleaños 86 del bardo a quien consideramos nuestro padre los cultores de la décima en nuestro país, y cuya fecha de nacimiento, 30 de septiembre, desde 1998 es el Día de la Décima Iberoamericana.

Han sido muchos los homenajes que se le han hecho por estos días a lo largo y ancho de Cuba. En la capital, el jueves 25 se reunieron viejos camaradas de canturías en la peña que dirige el repentista Castellanito, cerca de la Plaza de Carlos III, y el viernes 26 la investigadora María Eugenia Azcuy, Maruly, quien fuera por muchos años su secretaria personal y albacea de su obra, ofreció una conferencia sobre su legado en el Memorial José Martí.

En la tertulia Indio Naborí, que dirige la poetisa Bertha María Gómez Sedano en el museo del municipio que lo viera nacer, celebramos también el cuarto aniversario de su última visita a este territorio, ocasión en que dejó constituida la filial del Grupo Ala Décima en San Miguel del Padrón.

El reconocido poeta improvisador Orlando Laguardia, viejo amigo y compañero de Naborí, junto a los repentistas Gilberto Castellanos, Nelson Castillo y el tresero Marcial González, se inspiraron en repetidas oportunidades en la figura del Maestro, pero también, por derecho propio, en la que fuera llamada ”mis propios ojos” por Naborí. Eloína, no por acostumbrada a este tipo de homenajes a ambos, dejó de emocionarse, así como Laguardia, el poeta de la guayabera y el sombrero alón blancos, que en una oportunidad no pudo terminar de cantar una de sus sentidas y evocadoras estrofas.

Los poetas escritores declamamos nuestros poemas dedicados a él. Esta parte del programa fue iniciada por Péglez, a quien el propio Naborí llamara su hijo, hijo que aún se sigue sintiendo, tanto del poeta como de su eterna compañera. Su texto fue el titulado Glosa libre (casi antigua) por el hombre común, que forma parte de su libro Viril mariposa dura. Siguieron la lectura Bertha María Gómez e Irasema Cruz. Yo leí la décima endecasílaba que le regalé 10 años atrás en su propia casa cuando cumplió sus 76 septiembres y que aparece en el folleto que como resultado de la fundación de nuestro grupo, fue publicado en el año 2001.

Estaban presentes autoridades de la cultura sanmiguelina. Fue una excelente ocasión para que se hablara de cómo marcha el proyecto del monumento que le será erigido en el territorio próximamente. También fueron convocados dos concursos literarios, uno de glosas y otro sobre su obra y vida, ambos para ser premiados el próximo año.

Al final, quedó demostrado una vez más que lo verdaderamente imperecedero en la vida humana no es el hombre mismo, sino su huella, por eso él vivirá para siempre entre su pueblo, no como un recuerdo, sino como el verso que se renueva cada día, alimentado con la savia del amor que dejó flotando en los verdes que lo vieran nacer en este apartado territorio de la ciudad.

GLOSA LIBRE (CASI ANTIGUA) POR EL HOMBRE COMÚN

A Jesús Orta Ruiz

El hombre sabe una estrella
para todos los caminos.
El hombre sabe los trinos
que anuncian la única huella.
Contra el reloj se querella
su espejo, pero la noria
no da tregua a su victoria
sobre el mármol que le piden.
No le apena que lo olviden
sino quedar sin memoria.

Epopeya promisoria
la del hombre ante el talud
sobre el que sembró un laúd
con un retoño de gloria.
Bajo la luna amatoria
de lorquiano devenir
el hombre se dio en abrir
cielo y ala a la paloma
y tras ella en cada loma
volvió El Cornito a latir.

El hombre sabe un vivir
de eterna voz de arboleda.
Presiente que se le queda
un no sé qué por decir.
Se levanta a redimir
de entre la tierra su cielo.
Le enjuga el azul pañuelo
la tiranía del cuándo
y reamanece cavando
día y noche el duro suelo.

(Del libro Viril mariposa dura, de Pedro Péglez González).