Boris, premio en Encuentro de Talleres

Con su poema Carta al pairo

 

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enviados por Luisa Oneida
Landín Ramos

El joven autor Boris Montalvo Rencurrell (La Habana, 1977) mereció el primer premio en el apartado de décima del Encuentro Debate Provincial de Talleres Literarios de La Habana, correspondiente al 2015, gracias a su poema Carta al pairo, que también se adjudicó el galardón especial del Centro cultural Cubapoesía, a juicio de un jurado integrado por los poetas Luisa Oneida Landín y Karel Leyva, y la investigadora y promotora cultural Bárbara Hernández Tápanes, todos miembros del Grupo Ala Décima.

Boris Montalvo compitió en este Encuentro Debate en representación del Taller de Creación Literaria de la Casa de Cultura Julián del Casal, del municipio de La Habana Vieja. Es de los poetas amigos que frecuentemente participan de la peña semanal sede del Grupo Ala Décima, en la biblioteca Tina Modotti, en Alamar, municipio de La Habana del Este, a pesar de que no reside en esta localidad capitalina. También es asiduo de otros espacios literarios de la ciudad, como Lira y verso, donde ha estado como autor invitado, y Aguas Varias, del reconocido escritor Mario Martínez Sobrino. Entre otros reconocimientos obtenidos por Boris, en el 2014 fue finalista del VI concurso nacional de glosas Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí. En nuestros archivos, su décima La paz, recogida en la selección Poetas desde el sur, presentada por el Movimiento Poetas por la Paz en la reciente 24 Feria Internacional del Libro. A continuación su poema en décimas ahora laureado:

CARTA AL PAIRO

Amanecida mujer:

     Ven pronto, rueda en mi agua, no me olvides en la fragua donde no quieres arder. Ya no soy quien era. Ayer recibí un beso de historia y se me pasó la euforia de no tenerte. Podrás vengarte si quieres, mas no proscribas mi memoria.

     (Un rezo dijo que en la calle impura del desamor, no siembre habría jueves, desconociendo el cántaro que llueves por la pupila de mi arquitectura. Y el destello fugaz del agua oscura que un tiempo navegó sobre mi hambre, no ha podido enhebrar todo el estambre del ceño de un Lezama caprichoso. Te seguiré invocando en el acoso de mis versos, venidos en enjambre.)

Hálito en su desespero

por mi garganta enlodada,

a dónde fue el crisol de tu mirada

con su rizo de luz y de aguacero.

Por qué en las sombras te espero,

si hay un sol preterido en tu regazo

que indulgente siembra el paso

para caer en su lumbre.

Acabaré todo herrumbre

sin mis sueños, en tu ocaso.

     Discurre el caudal; transido, le dejo al tiempo mi suerte, aunque solo pueda  verte en la trama del olvido. Mañana seré un quejido con sus disfraces de ausencia, si no estás, Tú, una sentencia agazapada en mi nombre.

     Adiós.

    (Se desmiembra el hombre estampado  en tu presencia.)