Allá lejos, tierra adentro
San José, Colombia, Las
Tunas.— Misleidy Rodríguez Palmero llegó atrasada al Hogar literario: Ya era
noche y el evento había empezado por la tarde. Se disculpó: Acababa de arribar
en un tractor, con su pequeño hijo. Pero excusarse e incorporarse —junto a Miguel
Mariano Piñero, su solícita esposa
Mercy y un grupo de fraternos secuaces— a las tareas de preparación de la
comida para la treintena de invitados, fue la misma cosa. Y así de rápido,
cumplida esa faena de atenciones y la de su propio alimento, desapareció para
volver vaporosa en un vestido fresco y atractivo, que revelaba más aún a la bella
muchacha que es, y partió con el grupo a la lectura poética prevista, para
compartir con nosotros su otra hermosura mayor: la de sus versos.
(…) Y erró, si hubo alguien que apostara por encontrar en el discurso
poético de los escritores rurales, por su condición de tales, un apego a la
inmediatez paisajística o a la realidad exterior. Nada de eso. En la elevada
proyección estética de estos talentosos creadores predomina la poesía como
introspección existencial y hasta ontológica, de algún modo reflejo de las ya
apuntadas circunstancias geográficas que los condicionan y desfavorecen, y ante
las cuales ponen su empeño de crecerse como artistas de la palabra. Véase ello,
como simple botón de muestra, en esta décima de Miguel
Mariano, incluida en un plegable impreso por GNERarte con textos de varios de sus miembros,
para ser distribuido en este III Encuentro:
Yo
también sentí una guerra
de miedo llenar mi mundo,
viajé al infierno profundo,
temí la sombra que encierra.
Fui duda en lejana tierra
con esa atracción suicida
de volver, y la estampida
hirió el polvo del desierto.
Cedí mis alas al muerto
para volar por la vida.
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