está desnuda
No sé por qué: No estamos en el mes en que, si no fuera por su muerte, hubiera sido nuestra boda. Tampoco es el mes de su cumpleaños. No sé por qué. Acaso por esos misterios de la vida y la poesía, en estos días me rondan incesantemente estos versos míos a Yazmina, mi compañera en la vida y las letras, escritos en 1999, escasamente un mes después de que falleciera, tras varios años de su lucha ejemplar contra el cáncer. El poema forma parte de mi decimario (In)vocación por el paria (Premio Iberoamericano Cucalambé 2000; Editorial Sanlope, 2001). Para Yazmina, donde quiera que esté, una vez más, y para todos los amigos que quieran recibirlos con cariño, estos versos que ahora me rondan sin descanso.
Tanto afluente
no me despierta el ruido de la plaza
teñida de tu ausencia
Hasta tu casa
me queda tanto tumbo tanto diente
Yo pudiera ser otro más urgente
pero no sé el perdón a este Vedado
de espalda ante tu asombro derribado
a punto del violín
No sé el incesto
entre lágrima y mar
Fiel palimpsesto
el corazón se niega a ser borrado
Se niega a ser el vuelo rotulado
sobre el sudor que tu agua dejó escrito
Se niega a ser espasmo de tu rito
entre mi almohada
El barrio se ha guardado
tu aroma en su desdén
Se me ha escapado
la ciudad a tu sombra con mi espliego
Yo pudiera ser otro más labriego
pero el fruto es invierno y yo sin manta
Pablo llora
A lo lejos alguien canta
La calle está desnuda y yo sin fuego
Pedro Péglez González
Otros poemas dedicados a ella en el mencionado libro y publicados anteriormente en este sitio: Para un retrato de Yazmina, Desencuentros en el bosque de Jayadeva y Ave Eva mía.
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