Desencuentros
en el bosque
de Jayadeva
¡Allá tú ves, allá!
José Martí
¿Qué nos extravió el andar
gemelos de ingenuo hospicio?
¿Cuál el muro? ¿Fue tu indicio
casi hereje? ¿Fue mi azar?
No imaginaste mi mar
despenetrando tus bieses
Ciervos parecían nueces
a tu líquida azagaya
Yo huía de la atarraya
donde claudican los peces
Qué manera de la sed
para cómplices veranos
Qué ebrio engaste de las manos
a través de una pared
de burbujas Núbil red
clandestinizaba al reo
vocinglero del deseo
de intemperie Tú tan brizna
eras Radha para un Krisna
Y tu Krisna era un Orfeo
Tú entre las Gopis Me lleva
el incienso hasta tu asombro
de vida sobre el escombro
crucial Pero Jayadeva
se ha dormido Pronto nieva
un ángel en tus vencejos
Yo voy sediento de espejos
a los ágoras salobres
donde se sientan los pobres
donde se sientan los viejos
Del libro (In)vocación por el paria,
Premio Iberoamericano Cucalambé 2000,
de Pedro Péglez González
1 Comentarios:
A la/s 12:57 a.m., Anónimo dijo...
Conmovedora historia, por suerte, una flor violeta la termina.
Zenia
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