Desde Pinar del Río

Gleyvis Coro,
cuidadora
de las sonrisas
y el alma

Por Pedro Péglez González

En el actual panorama literario de Pinar del Río, Gleyvis Coro Montanet es un nombre de obligada referencia. Conocí de la autora en 1999, a partir de su decimario Cantares de Novo-hem (Ediciones Loynaz), el cual me resultó francamente apasionante sobre todo por su vitalidad recontextualizadora, afán escritural que en los 90 rindió interesantes frutos para la poesía cubana en estrofas de diez versos y que después ha experimentado un largo expediente de usos y de abusos. Desde entonces acá, la trayectoria de esta poetisa y narradora —nacida en 1974, de profesión estomatóloga, Profesora Auxiliar en Operatoria Dental en la Facultad de Ciencias Médicas de Pinar del Río— es una sucesión de agradables sorpresas, que nos revelan a Gleyvis como un ser con la doble —y noble— cualidad de ser guardiana por igual de las sonrisas del rostro y las sonrisas del alma.

Cuando se publicó Cantares de Novo-hem, ya la autora había alcanzado lauros como el Premio de Poesía Erótica de Nueva Paz, provincia de La Habana, en 1996, y el Premio Alcorta de poesía (Pinar del Río, 1997), a los que se sumarían más tarde otros galardones, tanto en obras de versos como de narrativa. De estos últimos, uno de los más significativos es el Premio UNEAC Cirilo Villaverde, que mereció en el 2006 su novela La burbuja. Gleyvis es egresada del II Taller Nacional de Técnicas Narrativas Onelio Jorge Cardoso y sus empeños creativos abarcan también investigaciones literarias. Un ejemplo de sus resultados en ese terreno lo es su ensayo La lógica del soneto en la obra de Miguel Hernández, presentado en el II Congreso Internacional sobre dicha figura, en Madrid-Orihuela, en septiembre del 2003.

Para mí, las cotas más altas de su salvaguarda de las que he llamado sonrisas del alma, están en su reclamo —desde un discurso donde la sutileza burlona y la ironía son armas contra la inequidad en todos los terrenos— de una asunción verdaderamente humana de la criatura femenina. Dan fe de ello poemarios como Jaulas y Aguardando al guardabosque (2006), el último de los cuales es, a su decir, “un cuaderno con una calma tremenda y una rebeldía juguetona y astuta, donde lo uno lleva a lo otro, aunque parezca contradictorio. Es un texto en el que dije todo lo que quise sobre lo femenino y lo erótico y si decirlo todo en poesía es difícil —porque te sometes a los códigos de la sonoridad y a la tentación de embarrar de belleza la frase exacta—, contar los problemas universales, históricos e íntimos de la mujer, desde la calma, es un ejercicio de madurez social, espiritual y creativo. Por eso me complace tanto este librito que defiende mi condición de mujer”.

“Rebeldía juguetona y astuta”, matizada de elegante misticismo, encuentro yo también en esta décima de Gleyvis, que hallé en el blog Imaginados, de su coterránea Zenia Regalado:

Porque va borrando el agua
los despojos de la arena
me precipito en la ajena
luz del lago que desagua.
Haber gestado la fragua
no eterniza lo que anego.
Si apenas voy cuando llego
de una gloria tan manida,
de poco sirve a la vida
lo que va dictando el fuego.

En ese mismo blog, puede verse otra faceta de la poetisa, con opiniones suyas sobre el béisbol en Cuba. Otros acercamientos a su obra poética, mediante estos enlaces, en el blog Derivadario de Talbania y en el sitio Palabra del mundo.