Cuba Ala Décima

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lunes, diciembre 29, 2008

Desde Venezuela

Del poeta y médico cubano
Arístides Valdés G
uillermo,
un poema en décimas

Desde la patria de Bolívar, donde labora como médico, nos envía este poema —de elaborada factura escritural, concebido en décimas irregulares en que combina el metro endecasilábico con el alejandrino— el reconocido escritor cubano Arístides Valdés Guillermo, nacido en Corralillo, Villa Clara, en 1960, merecedor de premios por su obra de versos, en certámenes como Ala Décima y Fundación de la Ciudad de Santa Clara, y con varios poemarios publicados: Las puertas de cristal (1992), El príncipe de bruces (1997), Esbozos con figura de muchacha (1999) y Meditaciones del náufrago (2007).


CONFESIONES DEL HIJO DE LAERTES


Poseidón me castiga.
Las veleras
naves que di a la trampa de su hechizo
resisten los embates del encono enfermizo
con que la mar distiende sus fauces altaneras.
Alguien avista nubes agoreras
en el dolor crujiente de las jarcias.
Comprendo
que si al grito del agua no le aprendo
la transparencia lastimada, pronto
se trocará en derrota fingida el Helesponto
en este laberinto de azares que sorprendo.

¿Qué mástiles poblar cuando se sienten
nombrados los deseos por el canto
fatal de las sirenas?
¿Cómo escurrir el llanto
hecho savia en los ojos lascivos que consienten
ante unos labios cuyas voces mienten
para más tarde condenar?

Si fundo
mis fuerzas con las ganas de retornar al mundo
que habitara una vez la permanencia
de una esposa y un hijo y una eximia existencia,
¿quién detendrá los remos que de afanes inundo?

He derrotado a Cirse y no consigo
restarme a la memoria de los brazos,
de los besos ungidos con miel, de los abrazos
que un día eternizara Penélope conmigo.
Siempre hallará la soledad abrigo
junto al cuerpo que amamos.
No lamento
los días desandados ni el huracán violento
que pergeñó con su inclemencia Eolo.
Mi guerra es por la vida que me ha supuesto solo
en esta pesadilla del alma contra el viento.

Sé que debo enfrentar la fortaleza
concentrada en un cíclope.
Mis hombres
quedarán en Caribdis o en Scila y sus nombres
han de subir a hexámetros que alaben la grandeza.

Nadie tendrá que ser, con la entereza
de un dios en el intento, la voz que nunca dijo

la raíz de su astucia.
Ya colijo
que, aunque la mar lo ignore, de algún modo
regresaré a Telémaco, porque después de todo,
qué no podrá un guerrero cuando lo aguarda un hijo.


Vea el poema en su publicación original, mediante este enlace con Pólvoras de
alerta, el blog de Arístides Valdés Guillermo. Para comunicar con el autor vía email: aristides_valdes@yahoo.es

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