Cuba Ala Décima

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lunes, marzo 10, 2008

VIII concurso nacional
Ala Décima

Tercer Premio

Óleo para un meditabundo, de Pedro Juan Medina

Foto: Merari Mangly

En el recién concluido VIII concurso nacional Ala Décima, el tercer lugar de los premios principales correspondió al cuaderno Óleo para un meditabundo, de Pedro Juan Medina (Trinidad, Sancti Spíritus, 1976). En el 2005 Pedro Juan había alcanzado el segundo premio en el V concurso nacional Ala Décima con su cuaderno Otra ciudad se deshila, y el Premio Décima Joven de Cuba por su libro Techo infinito, luego publicado por la Editorial Sanlope. En el 2007, su obra Las madrugadas del errante, mereció el tercer premio en el VII concurso nacional Ala Décima. Con el poema que da título al conjunto, su autor había obtenido en el 2006 el principal galardón de la especialidad en el XXVII encuentro nacional de talleres literarios, celebrado en Ciego de Ávila. En todos estos resultados se refleja su formación como activo participante del movimiento de talleres literarios en su provincia natal y también en la capital del país, durante su etapa de estudiante en la Universidad de La Habana. Textos suyos aparecen recogidos en revistas y selecciones, entre ellas la antología Que caí bajo la noche. Panorama de la décima erótica en Cuba, preparada por Waldo González López y publicada por Ediciones Ávila en el 2002. Ofrecemos uno de los poemas del conjunto Óleo para un meditabundo, galardonado con el tercer puesto en el VIII Ala Décima.


CARTA PARA CONVENCER
A VAN GOGH DE SU CORDURA

Hermano Van Gogh:

Te escribo desde muy lejos, aquí la noche no llega, si no me respondes recibo tu silencio, si estás vivo fue porque tampoco pude esbozar a quien elude nuestra demencia; no pienso que la humildad de algún lienzo sea el brazo que nos escude.

Van Gogh, la noche amordaza sus ojeras, qué armonía ha tenido la osadía de alucinarte. Ahora pasa algún girasol, me abraza como nunca aunque conmigo siempre estuvo, apenas digo que tu pincel desde un falso tapiz me observa; a quién alzo la voz y un trigal bendigo.

Quizás la suerte suceda cuando encuentres quien te hechiza, dispara a su escurridiza luz, hazlo que te conceda la gloria, solo nos queda fallecer. Alguien ensalma mi ascenso, pero con calma no lo escucho.

¿Tuvo suerte la bala que te dio muerte?

Vincent, hasta luego,

tu alma.


Puede comunicarse con el autor mediante la dirección email gast.palmares@enet.cu

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