Irelia Pérez Morales, de Cienfuegos, Premio Ala Décima 2008. Celebrado octavo aniversario del Grupo
Por Pedro Péglez González. Ampliado de Trabajadores. Fotos: Isbel Díaz Torres y Karel Leyva. (Crónica de Jesús Arencibia sobre esta cita, en Juventud Rebelde. Otras valoraciones sobre el encuentro, en el blog de Zenia Regalado)
Entre 50 poemarios de autores de 12 provincias, el cuaderno Después de las sirenas, de la poetisa Irelia Pérez Morales, de Cienfuegos, mereció el primer premio del VIII concurso nacional Ala Décima, organizado por el grupo homónimo, con el coauspicio del Centro Iberoamericano de
Se concedieron además cinco premios accesorios: Premio Décimas para el amor “Hermeides Pompa” (patrocinado por
El jurado, integrado por los escritores María Eugenia Azcuy (presidenta), Luisa Oneida Landín y Osvaldo de la Caridad Padrón, todos miembros del Grupo Ala Décima, declaró desiertos los premios “Célida Cortina”, de tema comunitario, y el de tema erótico, y concedió menciones a Diusmel Machado (Camaguey) y Oscar Álvarez (Ciudad de
La premiación se efectuó en la habitual Peña de Luis y Péglez, de cada lunes en
Como es habitual en este certamen, la ganadora del primer premio, Irelia Pérez Morales, recibió una pintura al óleo del artista plástico Carlos Rafael Vega, miembro de Ala Décima, que constituye una interpretación visual del texto galardonado.
El encuentro fue además la celebración del octavo cumpleaños del Grupo Ala Décima, creado el 7 de febrero del 2000 en esta misma biblioteca que acoge cada año la premiación del certamen. Entre la mayoría de los miembros de la agrupación que se hallaban presentes, María de las Nieves Morales y Leonel Pérez, integrantes del dúo Ad Líbitum, ofrecieron números de su repertorio en el que se interrelacionan la trova, la poesía y la narración oral escénica.
A continuación, una décima del cuaderno ganador del Premio Ala Décima 2008, Después de las sirenas, de Irelia Pérez Morales.
¿Quién ha arrancado de tu mapa el puerto
y te exige vagar por los adioses?
¿Soñarán con Penélope los dioses
mientras plantan zarzales en tu huerto?
La famélica trampa de lo incierto
su velamen desgarra por tus venas.
Gruñe el ancla su enojo de cadenas;
caminando, te alejas sobre el mar.
Furibundas, escuchan tu cantar
–confinadas al mástil– las sirenas.
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