Breves lucubraciones
para un ensayo
sobre ciertos
límites del arte

Del libro Donde dice primavera y es otoño, de Pedro Péglez González, premio de décima en los V Juegos Florales de Matanzas (2006); Ediciones Matanzas, 2007.

Yo cambio un Toulouse Lautrec
por tu labio de mirarme
y tus ojos de amueblarme
no los cedo por un té
con Huidobro. Yo me sé
cómo la torre de Pisa
se inclinó ante tu sonrisa
de lo humano y lo divino
y hasta un cántaro de vino
Ganímedes en su prisa
por verte pasar vertió
y vertió en tu mano abierta
elíxires de la puerta
del Olimpo. Digo yo
que no alcanza el Art Nouveau
para anticipar tu trazo
de gacela. Que tu abrazo
debe ser un cielo púber
que ya envidiaría Schubert
para Die Lieder. Que un brazo
tuyo quiso la de Milo
y se negó el escultor
so pena de leso amor.
Hölderlin me hablaba en vilo
paseando bajo los tilos
(Unter den Linden un terso
aire gastaba) que el verso
todo no le espantó el juicio
sino perderse el auspicio
de tu sueño azul converso.
(Goethe asentía). Después
supe que antes Don Leonardo
daba a Gioconda en resguardo
la sonrisa de tus pies
para aliviarle el stress
de los museos. Por eso
qué más decirte. Confieso
que no hay nube sin tus pinos.
Te encargo mis pergaminos:
Valdrán si me das un beso.

En nuestra sección Decimacontexto: EN ETERNA PRIMAVERA, por Bárbaro Velazco, presentación del decimario Donde dice primavera y es otoño, en Matanzas.
Otro poema de este libro, hoy en el blog de Zenia Regalado.