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martes, marzo 22, 2011

Ecos de la Feria

Daniel Díaz Mantilla:
Décimas al olvido

Los encuentros de la Feria Internacional del Libro, además de estrechar los vínculos entre los autores y el público, amplían los lazos fraternales entre los propios escritores. De la estancia compartida en la fiesta ferial de Bayamo surgió la iniciativa del poeta Daniel Díaz Mantilla, que mucho agradecemos, de donarnos estas décimas, vertiente de la poesía que no es la que habitualmente trabaja este destacado escritor.

Daniel Díaz Mantilla (La Habana, 1970) es Licenciado en Lengua Inglesa, narrador, poeta y ensayista. Actualmente trabaja como editor de la revista literaria La letra del Escriba. Ha publicado Las palmeras domésticas (narrativa, Premio Calendario 1996), en·trance (narrativa, Premio Abril 1997), Templos y turbulencias (poesía, 2004), Regreso a Utopía (novela, 2007) y Los senderos despiertos (poesía, Premio Fundación de la Ciudad de Matanzas 2007). En 1998 se le otorgó la Beca de Creación Dador y en 1999 el Premio Temas de Ensayo en la modalidad de Humanidades. Sus textos aparecen con frecuencia en las revistas culturales del país y se incluyen en antologías de la literatura cubana actual editadas en varios países de América y Europa.


DÉCIMAS AL OLVIDO


Dicen que traigo la voz

rota de dolor y llanto.
Dicen que amargo es mi canto,
que quebró mi paz la coz
de un tirano vil y atroz.
Dicen que perdí entre rejas
el alma ahogada de quejas.
Dicen que mi verso hiere,
que de angustia se me muere
atascado en penas viejas.

Dicen riendo que he muerto
mis locuaces enemigos.

Cubren de fango mi abrigo
y de mentiras lo cierto.

Mas si injuriado hoy despierto,
no iré a dormir entre viles;
si de dolor fueron miles
mis días y entre penumbras,
nazco con el sol y alumbran
en mi sangre sus candiles.

Traigo de la fría sombra
limpia la esperanza, entera
la bondad, el verso afuera
como el trino de la alondra.
Hice de rocas mi alfombra
y de la humedad mi fuego
en la cárcel, pero entrego
destilado y sano el ser
como en cada amanecer

da el astro luz al labriego.

Sé de las penas amargas
el sabor. Sé de la espera
infinita, de la fiera
que habita mis noches largas.
Sé el silencio y la descarga
eléctrica que destruye.
Mas sé del amor que fluye
entre cadenas y muros,

y sé de sus cauces puros,
y sé que Dios restituye.

Yo sé del arte el secreto
corazón que le da aliento.
Sé los lenguajes del viento,
y del bosque, y del concreto.

Conozco el canto discreto
del arroyo en los pinares,
y la furia de los mares,
y el misterio de la estrella.
Traigo en mi frente la huella
del sol entre los palmares.

Pulo con paciencia el grito
que sembraron en mi entraña.
Pulo con brío y sin saña

la razón que me han proscrito.
Junto al manantial habito
de la belleza y del bien.
Ponga el cobarde en mi sien

su cañón, firme la mano;
tema mi muerte el tirano:
ya se sabrá quién es quién.

Rota de dolor y llanto
dicen que traigo la voz.
Quiebro en mi pecho su hoz,
pues soy de amor, no de espanto,
y a lo alto doy mi canto
como el águila, y sin ruido
hago en la cumbre mi nido;
aunque aseguren también
que lanzarán con desdén
mis décimas al olvido.


VEA ADEMÁS: Ala Décima en Bayamo

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