Su acrecentada fibra humana
Nacida en La Habana de 1970
y egresada en los 90 del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona como
profesora de Matemática —lo que ha constituido la pasión de su vida en lo
profesional—, Iraida Isa Yacobet es ante todo una mujer sencilla y sensible.
Eso era ya cuando la conocí, en el 2001 —año del cual datan la décima y la
foto—, y de ello daba fe su devoción por la poesía, que la conducía no
solamente a su lectura sino además a su escritura, incluyendo la facturada en
estrofas de diez versos. Pero si desde los primeros contactos me admiraron su
modestia y su fibra humana, desde hace una década ambas virtudes de Iraida han
crecido ante mí en una magnitud inefable, al saber por ella misma, vía
telefónica —desde entonces vive en La Salud, Quivicán, provincia de Mayabeque—,
su consagración total y delicada como madre cuidadora a su hijo, diagnosticado
en su nacimiento como síndrome de Down y aquejado con posterioridad de varias
dolencias sicomotoras y cardiorrespiratorias que lo mantienen postrado y
requerido de atención y cariño. Sea pues esta breve reseña un homenaje al
sentido actual de su vida y una expresión de mi también acrecentada admiración
por ella.

Pero era inútil, ¿sabías?
Esquivar este destino.
Degustamos este vino,
Raro como la alegría,
O quizás cual poesía.
Joya rara es este amor,
Único como el temblor
Ligero que me provocas,
Indulgente, cuando tocas
(O dislocas) mi interior.
Etiquetas: décima, La Habana, Mayabeque, mujeres, poesía
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