Desde Las Tunas

“Rosa” premiada
en Flores del Alma

La escritora y actriz Ana Rosa Díaz Naranjo (Albita), con la obra El cielo prometido, ganó el concurso de poesía Flores del alma 2008, convocado por el Comité Provincial de la UNEAC, cuyo jurado esta vez estuvo integrado por Roberto Manzano, Jesús David Curbelo y Alpidio Alonso Grau, quienes distinguieron el texto "por el acierto con que maneja las estrofas clásicas, la densidad temática y formal, el uso de un lenguaje contemporáneo que no hace concesiones a la retórica y por manifestar una actualización con los códigos en que se apoya la poesía actual". El premio implica la publicación del libro por la Editorial Sanlope. (Tomado del periódico 26, Las Tunas)

Ana Rosa, nacida en Las Tunas en 1973, se desempeña tanto en la poesía como en la narrativa, y ha obtenido diversos reconocimientos por su obra literaria, entre ellos el Premio Ala Décima —otorgado a una obra de autora joven— en el II concurso nacional Décima al filo, con su cuaderno Endechas del no elegido, que puede verse mediante este enlace con nuestra sección Premiosala. Ofrecemos un poema suyo en décimas que remiten a conflictos existenciales, concebidas en versos de 16 sílabas.

DEL TIEMPO

Ya doblegan los jinetes las puertas de nuestro anhelo
y los clamores no bastan para la cruz capital
Las palomas han huido se ha secado el manantial
que nos mantenía intactos ante la furia del cielo
Esta vez no habrá salida esta vez comienza el duelo
Perdición llanto estiletes sombras frialdad letanía
nos matarán los asombros ya no habrá filantropía
para salvar el conjuro que nos donó la simiente
Quiénes somos dónde estamos y Dios pasa indiferente
Cómo evadir tanta culpa
Cómo hacer que vuelva el día
si un mundo loco allá afuera sobre su alfombra descansa
y se pierde entre celajes la eternidad del ayer
los sueños de antaño fueron caricias para encender
luna o sol a nuestra esencia pletórica de esperanza
Mas cada puerta es un muro que nos hiere la bonanza
y cabalgamos sin ruta los límites de esta vida
vamos hacia otros confines desnudos y no hay salida
porque el destierro divide las luces del paraíso
Sólo si fuéramos dioses sudáramos el hechizo
que nos brotó en las entrañas con la primera embestida