A seis décadas
del asesinato
de Jesús Menéndez

Los primeros versos de denuncia
por el crimen fueron décimas del Indio Naborí

Hace 60 años, el 22 de enero de 1948, en aquella República de Cuba regida por gobernantes al servicio de los intereses imperialistas de Estados Unidos, donde los “derechos humanos” estaban siempre subordinados a esos intereses, fue asesinado el líder de los trabajadores azucareros Jesús Menéndez Larrondo. No importó su inmunidad de representante a la Cámara. Un oficial del ejército, cumpliendo órdenes del gobierno, que a su vez las recibía del “Norte revuelto y brutal que nos desprecia” a que se refirió Martí, le disparó por la espalda. Una inmediata y airada protesta obrera fue la reacción ante el crimen. De esa protesta participó la poesía social de la época, y la obra más conocida en ese sentido es la Elegía a Jesús Menéndez, de Nicolás Guillén, un monumento de la poesía civil cubana de todos los tiempos. Pero los primeros versos de denuncia por el asesinato fueron décimas de Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, ante un programa de radio, en la mañana siguiente al suceso. Su surgimiento es narrado en la crónica “Una lágrima en la caña”, perteneciente al libro Hasta siempre, Naborí, de Pedro Péglez González, publicado en nuestra sección Decimacontexto, y donde se incluye íntegramente ese poema en décimas, del cual ofrecemos aquí solamente la anunciadora estrofa final.

Pero Jesús, como Mella,
en un silencio elocuente,
es una roja simiente
que florecerá en estrella.
El crimen deja una huella
que como una voz reprocha,
mientras cruzamos la trocha
de una nueva rebeldía,
hasta que despunte el día
por el filo de la mocha.

Jesús Orta Ruiz (Indio Naborí)