Por Pedro Péglez González
Tomado de Trabajadores
Alguien de seguro me pondrá reparo porque llamo poetisas a autoras afiliadas a un discurso poético de ocasión e inmediatez. Alguien de seguro atragantado con el viejo contrapunto entre lo popular y lo culto, como si lo primero no formara parte —parte básica, añadiría— de la cultura de nuestras naciones latinoamericanas.
Los versos que no tienen otra pretensión que la de reflejar un momento o rendir un homenaje como al paso, también forman parte del quehacer poético. Tienen la validez de la impronta, dan testimonio de afectos, se sirven de los discursos de la oralidad poética para dar fe de un instante o regalar un saludo —algo tan saludable y necesario en estos tiempos para la especie humana— y como tales han de ser valorados y justipreciados.
Precisamente en esa cuerda se inscribe el sencillo y bello intercambio en versos ocurrido por estos días en la red entre la chilena Bárbara Calderón, coordinadora de un grupo de mujeres que atiende el blog titulado La décima tiene nombre de mujer, y la cubana Caridad Pineda, maestra jubilada que creó y mantiene, en su Santiago de Cuba, el blog nombrado Entre mariposa y caña.
Primero fue la coterránea de Gabriela Mistral, que dedicó estas estrofas a Caridad:
DÉCIMAS DE UNA ESCRITORA CHILENA
A UNA MAESTRA CUBANA
Entre mariposa y caña
te encuentras tú, Caridad,
te alumbra la claridad
de una luna que te baña
la piel de color castaña,
y entre la isla y la espina
de tu décima divina
allá en Santiago de Cuba,
los orishas del yoruba
conduzcan tu pluma fina.
En la gesta de las letras,
maestra de brigadistas,
ya saltaban a la vista
tus dotes de gran poeta.
Contribuiste a la meta
de Cuba alfabetizada,
"madre y esposa trenzada",
hoy te brindo mi homenaje
mi décima te agasaje,
Caridad Pineda Anglada.
Y la poetisa de la tierra de Mariana Grajales le respondió con estas otras:
MENSAJE DE UNA MAESTRA CUBANA
A UNA ESCRITORA CHILENA
Andariega de los mares,
andar de verso encendido
que tierna me has respondido
con perfume de azahares
un incienso en los altares
en mis mejillas rubor
tu pluma, suave rumor,
dulce escritora chilena,
tu décima culta, amena,
es un mensaje de amor.
Es Bárbara Calderón
de la tierra hasta el confín
un humanismo sin fin
y por alguna razón
escucho su corazón,
con la sonata que incuba
siento esencia de yoruba
al recibir tu homenaje
es más límpido el paisaje
en mi Santiago de Cuba.
Un gesto hermoso en su sencillez, que refleja de algún modo la fraternidad latente entre las personas humildes de Nuestra América, y la necesidad de confraternizar entre seres humanos con intereses comunes, para lo cual se sirven ya de las posibilidades que ofrece la red de redes. Red de redes en la cual, por cierto, hay ya de todo, pero con un predominio, nada deseable para mi gusto, de aspavientos faranduleros, manipulaciones escandalosas de la realidad de nuestro tiempo, e intriguillas conducidas por los intereses de quienes detentan el poder mediático. En medio de tal parafernalia, ojalá y asistiéramos, más a menudo, a gestos tan sencillos y hermosos como este de Bárbara y Caridad.
1 Comentarios:
A la/s 12:26 a.m., Anónimo dijo...
con sus diversos matises
corre cuba por mi sangre
y como yuca en el cangre
soy una de sus raizes
bandadas de codornises
en mi recuerdos se posan
las palmas reales acosan
lo esvelto del firmamento
y acosadas por el viento
sus pencas verdes retosan
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