Cuba Ala Décima

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domingo, octubre 28, 2007




Camilo,
la manigua
de su cara

El 28 de octubre de 1959, al regresar de una importante misión en defensa de la Revolución como Jefe del Ejército Rebelde, desapareció físicamente en accidente aéreo el legendario Comandante Camilo Cienfuegos, uno de los héroes más queridos por el pueblo, de los tantos que brillaron en la guerra de liberación triunfante en enero de ese año. El Comandante en Jefe Fidel Castro lo calificó como “imagen del pueblo”. A partir de entonces, cada 28 de octubre, el mar y los ríos de Cuba se llenan de flores que depositan los cubanos en sus aguas, como recordación al “héroe de la eterna sonrisa”. A partir de entonces, muchos poetas han cantado a su memoria. De uno de ellos, Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí), Premio Nacional de Literatura en 1995, es este poema en décimas.


CAMILO NO HA MUERTO

Espesas barbas, sombrero
de estilo camagüeyano.
Al verlo, el pueblo cubano

soñó un profeta montero:
un Cristo, pero guerrero
que con la patria cargara,
cuando una sonrisa clara
como azucena fulgente
alumbró gloriosamente

la manigua de su cara.

Estaba en su pensamiento
la talla del porvenir
y él —sastre— quiso vestir
a todo un pueblo harapiento.
El exilio, el mar, el viento,
el Granma como tijera

y luego la cordillera
—sastrería de su hazaña—
donde entalló a la montaña
el traje de su bandera.

Como un río de bravura
descendió del lomerío
y así, como un bravo río,
atravesó la llanura.
Hambre, llagas, piedra dura,
nada al héroe detenía,
hasta que su rebeldía
sobre Yaguajay candente
decapitó la serpiente
ciega de la tiranía.

Su sonrisa de victoria
dijo al clamor popular
que juntas pueden andar
la sencillez y la gloria.
Jamás tan brillante historia

tuvo menos arrogancia
y hasta el nombre —resonancia
de chispas, llamas de cielo—
legendario caramelo
fue en los labios de la infancia.

No, no ha muerto el capitán
del pueblo, porque su idea
prosigue, con su pelea
de redentor huracán.
Ladrones de tierra y pan,
asesinos descubiertos,
no veáis cielos abiertos

cuando enterremos medallas,
que el pueblo gana batallas
con su ejército de muertos.

(Jesús Orta Ruiz: Esto tiene un nombre. Editora Política, 1999. pp.10-11)

Agradecemos al poeta Jesús Arencibia, colaborador de esta página, su ayuda para la preparación de esta reseña.


Los jóvenes cubanos recuerdan a Camilo. Vea sección La tecla del duende, en Juventud Rebelde.

1 Comentarios:

  • A la/s 5:03 a.m., Blogger una de nosotras dijo...

    La décima se engalana
    en américa latina
    desde chile con sus minas
    hasta Cuba con su caña.
    Que nadie borre mi maña
    de andar escribiendo versos
    pues de sus racimos tersos
    cuelgan frutos de esperanza
    para aquel que no se cansa
    sea cóncavo o convexo.

    Milka Lépez (Concepción Chile)

     

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