Cuba Ala Décima

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lunes, agosto 13, 2007




Cumpleaños 81
de Fidel

El histórico poema
de Francisco Riverón

Recientemente publicamos, en nuestra sección Decimacontexto, un trabajo de Luis Hernández Serrano, miembro fundador del Grupo Ala Décima, titulado Los primeros poemas a Fidel fueron escritos en décimas, en el cual su autor dialoga con el poeta, crítico e investigador Juan Carlos García Guridi, también integrante de nuestra agrupación, acerca de los dos primeros textos poéticos, ambos en estrofas de diez versos, que fueron dedicados a nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, recién comenzada su campaña guerrillera en la Sierra Maestra, tras el desembarco del yate Granma, el 2 de diciembre de 1956.

Fueron estos los poemas del habanero Francisco Riverón Hernández y la matancera Carilda Oliver Labra. El de Carilda ya fue publicado en esta página en agosto del año pasado. Hoy traemos el de Riverón, quien nació en Güines en 1917 y falleció en La Habana en 1975. En opinión de García Guridi, «Francisco Riverón fue el que más influyó, en unión de Naborí, en la renovación tropológica de la espinela a partir de 1940; eso es algo indiscutible, y escribió 12 libros de poesía, en versos libres y también clásicos, con rima y métrica fijas».

El crítico señala que el poema de Riverón a Fidel —pieza histórica para las letras cubanas que cumplió el pasado año su primer medio siglo y que ofrecemos a continuación— se publicó primero en Caimán sonoro, en 1959, y después en la segunda edición aumentada de José de los cubanos, en 1960, pues la primera vio la luz en 1953, referida, por supuesto, a Martí.


CANTO A FIDEL

Alguien le puso: Fidel,
Cuba se lo dio a la vida,
y se le abrió en una herida
que va sangrando con él.
Una agua como de miel
en la sonrisa mojada,
una sangre desvelada
de bravo en el pecho bravo
y un no querer ser esclavo
creciéndole en la mirada.

Lo meció buena mujer
en cuna de seda buena,
pero le duele la pena

del bohío y del taller.
Estudiante, su deber
le conoce de temprano;
y por el decir martiano
echa su vida sin calma
con una red en el alma
y luz de libro en la mano.

Por eso le oyen gritar
los caminos y las calles,
por el hambre de los valles,
por la angustia del solar.
Por donde marcha su andar
el valor dice: ¡Presente!
en la anchura de su frente
hermana del resplandor,
la patria tiene sabor
a limpia y a combatiente.

Cuando regresó el pasado
por un camino de penas
y hacia un clima de cadenas
el tiempo fue desandado,
su afán por lo liberado
le hace la sangre febril;
y en una explosión civil
que alumbra la madrugada,
se para frente al Moncada
sin canana y con fusil.

Y peleador necesario
leal en cada episodio,
se le ve mirar sin odio
inútil al adversario.

Sabor universitario
le enseña a mirar así,
alma de nuevo mambí,
trae en la mano la rosa
y la guerra generosa
que dictó José Martí.

Yo, que le quiero este asombro
de verlo pelear su guerra,
lo siento andar por la Sierra
llevando a Cuba en el hombro.

El aire donde lo nombro
se vuelve de su calibre;
acá y allá, donde vibre
su sabor a rebeldía,
Cuba —labio en agonía—
usa una sonrisa libre.

Su gesto salva el honor
de este tiempo avergonzado,
ya es como un dolor lavado

nuestro presente dolor.

La anchura de su valor
tiene la de su papel;
y van creciendo con él
y por lo que el alma lleva,
un ansia de Cuba Nueva
y un… ¡Muchas gracias, Fidel!

Francisco Riverón
3 de diciembre de 1956

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