Sobre El sepia
de la nostalgia,
poemario de
Waldo González

La piel del poeta

Por Zurelys López Amaya
Fragmentos de su comentario en Cubaliteraria

El sepia de la nostalgia (Letras Cubanas, 2006) me incita a los recuerdos de un pasado victoriano, seguro de sus ansias y a la vez retrógrado en las mejores partes de su vida. Algo más que una diablura entretejida de un paseo a la inspiración, hilvanando todo un hito, distante o no, presuntuoso o no, de versos esperanzadores llenos de una magia prodigiosa.

Waldo González López (Puerto Padre, Las Tunas, 1946). También crítico literario y teatral, antólogo y periodista cultural. En su quehacer sobresale una vasta obra que incluye, además, poesía para niños, décima y crítica. Entre sus más recientes títulos se destacan Ferocidad del destino (poesía, 2001), Viajera intacta del sueño. Antología de la décima cubana (2001), Añorado encuentro. Poemas cubanos sobre boleros y canciones (2001), y otros.

Su estilo filosófico y personal, su espacio propio y bien tallado entre sus minúsculos y retadores versos, sonetos y décimas, me devuelven a la inseparable trayectoria de los desamparados. No hay modo de descubrirlo agotado o insipiente.

Los poetas como Waldo, o tantos otros, merecen lectores apacibles y apasionados, así de románticos y tiernos, que de hecho, se encuentran por doquier.

Texto completo de este comentario en Cubaliteraria.

A continuación, décimas de El sepia de la nostalgia:

TERESA DE LA PEÑA

A Teresita Fernández

Sueño que vuelve de antaño;
fiero esplendor de la rosa;
magia en yagruma amorosa,
toda verdad contra engaño.
Sol en el musgo: peldaño.
Piedra y guitarra: belleza
de honda y oscura fijeza.
Ritmo que vibra y se trunca,
canto de siempre y de nunca.
Vida como himno: Teresa.

REPENTISTA

Para Adolfo Alfonso y Orlando Laguardia,
Esther Trujillo y Francisco Henríquez

Versador conversador
que reúnes en tu verso
el anverso y el reverso,
lo mayor y lo menor:
es tu canto, cantador,
catador encanto de
imaginería que
pincha y corta, pica y vuela
—aguijón, picazo, muela—,
y sueña al Cucalambé.