Tercer concurso
Décima al filo

Ada Isabel Machín,
Premio “Décima fiebre”

Por Modesto Caballero Ramos

Con su cuaderno Variaciones en mí menor, Ada Isabel Machín Álvarez (La Habana, 1961) acaba de obtener el premio “Décima fiebre” que otorga la Casa Iberoamericana de la Décima de Las Tunas, en el III concurso nacional Décima al filo, que convoca la agrupación homónima con asiento en Guáimaro, Camagüey.

Mujer de finísima sensibilidad, Ada Isabel se regodea tanto en la poesía, fundamentalmente en la expresión decimística, como en la música, donde a decir verdad ha obtenido mayores reconocimientos.

Para justificar mí aseveración, baste enumerar algunos de sus más recientes galardones en ese último campo: primer premio en el Saborit 2003 y en ese mismo certamen, primer lugar por el mejor texto de música campesina que otorga la Casa Iberoamericana de la Décima de Las Tunas. En el prestigioso concurso Juan Arrondo que convoca el municipio de Guanabacoa, en los años 2004, 2005 y 2006 obtuvo respectivamente el primer premio, el tercero y el Gran Premio. En el Festival de Habaneras ha sido ganadora en el 2005 y el 2006 y en el Concurso Todo Décima que convoca la Casa Iberoamericana de la Décima de Las Tunas, que incluye música, en su edición del 2006 obtuvo el primer premio en el género de guajira. Hay muchos más, pero no es el fin de esta reseña. Ella siente mucho amor por el tercer lugar obtenido en el 2005 en el concurso nacional Ala Décima.

Ada maneja con soltura el lenguaje poético y le imprime a sus versos, además de lo ritmático, una semántica libre de ropaje impresionista, pero con adecuado manejo tropológico que aporta a su poesía una interesante y polisémica lectura.

Sirvan como mínima muestra estas tres estrofas, pertenecientes a su conjunto premiado ahora en el III concurso nacional Décima al filo.

DA CAPO

Mejor sería la noche, las estrellas
contempladas desde un vientre…
Raúl Hernández Novás

Gime el útero ancestral
con el enigma en el borde;
afuera, pulsa un acorde
mi cordón umbilical.
Me inclino sobre el brocal,
busco sin ojos el fondo;
un odre ciego, redondo,
ilumina mi esqueleto:
venga el muro, el parapeto,
a ser piel donde me escondo.

Madre, este tiempo concita
a la trampa del refugio,
al cónclave, al artilugio
de la esfera que gravita.
Ella no sabe que orbita
en un cosmos erradizo,
el cielo un día nos hizo
en rapto de buen humor,
pero qué grave el error
de vivir con su permiso.

Madre, santíguame un par
de dedos aquí en la frente;
¿no ves que el dealer nos miente
un universo al azar?
Sólo me resta anidar
al filo de la cuchilla,
me aferro, madre, a tu orilla,
negando toda ontogenia:
aunque me falte tu venia
yo regreso a la semilla.

Para comunicarse con la autora vía email: ada@dict.uh.cu