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sábado, junio 02, 2007




De Merari Mangly,
la luz de las palabras

Fragmento del prólogo a su poemario En la luz que te deshojas, publicado en Islas Canarias en el 2006. Merari Mangly Carrillo (Sancti Spíritus, 1966) es poetisa, diseñadora y editora, y se desempeña en Ediciones Luminaria, de la provincia espirituana. Es una destacada colaboradora del Grupo Ala Décima en ese territorio.

LA LUZ DE LAS PALABRAS

Por José Yeray Rodríguez Quintana
Filólogo y decimista. Profesor de la Universidad
de Las Palmas de Gran Canaria, Islas Canarias, España

Convida Merari Mangly Carrillo a un nuevo libro, a un nuevo esfuerzo por reclamarles a las palabras que digan lo que tantas veces callan. Mérito del poeta es seguir creyendo que el lenguaje oculta adentros y a él recurrir para buscarlos. El nuevo esfuerzo se llama En la luz que te deshojas y una dedicatoria explícita contiene nuestra atención de poema en poema: “A todos los ciegos y débiles visuales”; esa voluntad no se agota en la dedicatoria que inaugura el libro sino que se incorpora, con más o menos intensidad, a los más de cuarenta poemas que lo conforman para resultar una lectura lírica de la ceguera, no sólo de la que oscurece la vida de tantos discapacitados sino de otras tantas cegueras que oscurecen el mundo y resultan tanto más oscuras. Hellen Kéller lo dice a dos voces con Merari en una cita-pórtico: “La noche de la ignorancia y la insensibilidad es la única tiniebla impenetrable”.

Desde Homero, nombre que indicaba discapacidad visual, la historia literaria ha mantenido una peculiar relación con la ceguera o la debilidad visual. En cierto modo, el poeta, el que a las letras se acercaba, era el que por uno u otro motivo no podía desempeñarse en el habitual trabajo de los hombres a lo largo de tantos segmentos de la historia y que no es otro que la guerra. Cuando la poesía no necesitaba libros que la transportaran en el tiempo, aedos y rapsodas contaban historias que después serían o no de tinta y que, muchas veces, nacían o se recreaban en labios de un ciego. Aedos de nuestro tiempo son los repentistas, los improvisadores que, en pleno siglo XXI, siguen dando cobijo a la palabra en la memoria y en el viento. Un repentista, un improvisador mayúsculo citado por Merari en su libro, por su caudalosa trayectoria, su conciliación entre oralidad y escritura y lo cercano de su fallecimiento, puede entender este libro como sentido tributo: Jesús Orta Ruiz, El Indio Naborí, al que se le fue oscureciendo la vida hasta que se le acabó en los ultimísimos días del año que se fue. Él, que conoció la luz, tuvo que hacerse a vivir sin ella y, como Borges, pidió prestados tus ojos míos a su esposa Eloína para que le leyera, como María Kodama al sabio argentino. Satisfará al Indio la relectura de la décima que hace Merari; la décima, esa estrofa viajera y generosa que se deja decir en tantos sitios, que tiene tantos rostros como amantes y que es capaz de ser de muchas maneras sin dejar de ser ella misma. Merari nos la presenta acrecentada en sílabas, unida o desgajada, erguida o acostada, pero siempre décima, como queriendo decirnos que la escuchemos sin atender más que a su rumor, ese que cobija el viento y que, raramente, es vertido en libros, que nace de las campiñas cubanas en boca de los guajiros para devolver belleza a la Madre Tierra. A todos ellos, a Borges, a Naborí, a la décima y a sus amantes notorios o anónimos, a Eliseo Diego... a todos los reúne Merari en su libro, a todos los escucha y los escribe; a todos les ofrece la luz.

Y junto a la luz, la escritura: obsesión y abismo de todo poeta. Recurrir a ella, una vez más, volver a buscarla, es como levantarse después del tropezón sin tener miedo a viejas heridas. Merari busca en sus merodeos en torno a la luz, la pupila, el iris y hasta el bastón del ciego, explicación de un oficio, el de poeta, atravesado también por oscuridades y perseguidor de circunstancias que casi siempre escapan a la meticulosidad del ojo. El ciego convierte el bastón en prolongación de una mano que es capaz de ver lo que otros tocan; así, el poeta prolonga las palabras que tocan el mundo y regresan a él para darle noticia de su contorno y enjugar o acrecentar su angustia. La escritura viene a ser una ceguera consciente, que pretende escapar a lo visible para, como los ciegos, ver más allá (…)

En la luz que te deshojas nos convida a un viaje de la mano de las palabras, ellas, como el más fiel lazarillo, palparán el mundo y volverán a nosotros para decirnos que sin ellas el afuera es un poco menos nuestro. Pasen. Merari nos espera en cualquier poema, dispuesta a alumbrarnos con palabras.


A continuación, un poema en dos décimas de Merari Mangly:


POR TU ESCOLIO
A Borges

Ella te espera, no veinte años, sino ya en lo eterno. Bajo el tálamo, el invierno desteje sobre tu frente. Tu escolio también desmiente, teje y desteje la herida. El mito sabe a mordida por el destino iracundo. Es Ítaca todo el mundo y Penélope es la vida.

Tus ojos fueron la espada de hierro y el arco. Mira cómo destella la lira que le gime a tu estocada… Te equivocaste, pues nada pensaste ser. De manera que, Alertes, una hoguera hace: la trampa deshila, y leal a tu pupila, te desmintió la ceguera.

Para comunicar con la autora puede emplear la dirección email de Ediciones Luminaria, de Sancti Spíritus: eluminaria@hero.cult.cu

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