Domingo Mesa,
donde la luz
Con su poemario Donde rompe la crecida (Premio Cucalambé 1992; Editorial Sanlope, 1993) entró Domingo Mesa Acosta (Jobabo, Las Tunas, 1961) en el grupo de los que abrieron el camino a la revitalización de la décima escrita. Lo hizo, al decir de la nota de contracubierta en el volumen publicado, “para que caminen, con paso mesurado, los íntimos regocijos junto a la tenue nostalgia de algo que ya no tenemos: la infancia flotando en el ‘viejo papalote’ sobre el que ‘los sueños se desvistieron’, la intimidad de la casa donde ‘el padre tira una salva de amor’. Domingo Mesa concentra en estas páginas el resumen poético de sus circunstancias, reales o reinventadas, que precisan el andar del hombre por la vida”. Compartimos con nuestros lectores uno de los poemas de ese decimario.
DONDE
UNA MÚSICA INVISIBLE
Desnudos sobre el papel
los signos breves, desnudan
su desnudez y me escudan
—de otra manera en la piel—
los pasos que forman el
racimo de amor ya viejo
como esa luz o el reflejo
en la luz que siempre pasa,
bajo la sombra y se abraza
con tu sombra en el espejo.
Pero el silencio es aguja,
abre la piel. Sus acordes
tejen un sueño en los bordes
de la nostalgia que estruja
la nostalgia y se dibuja
sobre nosotros; engaña
ausencias. Grita su hazaña
al rostro viejo, me aleja.
Luego, como una madeja
crece un silencio que araña.
Escribo un nombre en la orilla
más húmeda de algún nombre,
aunque tu piel ya no asombre
la piel, el tiempo se humilla
y descubre su mejilla
un corazón sin dobleces.
Y sobre la ausencia creces,
mientras me escondo y presencio
que en las curvas del silencio
se rompe la luz, dos veces.
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