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domingo, mayo 20, 2007




De Renael González,
poemas que
merecen ser salvados

Por Jorge Luis Peña Reyes
Tomado d
e Radio Libertad
Puerto Padre, Las Tunas


Los animales pueden ser un buen motivo. Renael juega a ser Noé, sabe que todo puede salvarse frente a naufragios amenazantes. Su libro Poemas en el arca de Noé, premiado en el concurso nacional Flores del alma 2005, es testimonio de esa especial manera que el autor tiene de hilvanar sus textos.

Estos no son un atado de poemas. Ni una autoantología centrada en la relación que el autor tuvo o tiene con los animales. Hay en él un proceso de madurez creativa, una especie de zoológico poético para un autor que todavía lleva muy adentro sus raíces de campo:

Por mi bien o mi mal no ando en secretas
cofradías, ni tengo más recetas
para el verso, que río, cielo y montes,
y es mi voz de palmar y de sabana
tan pequeña y sencilla que en La Habana
la confunden con trinos de sinsontes.

Es curioso ver cómo el autor señala esa enorme cantidad de animales que le fueron filtrando sus poemas, desde un lejano 1983. El autor cuenta con soltura capítulos entrañables de su vida, motivos que enamoran su oficio y lecciones que la vida ha entregado en el decursar de su historia. Poemas en el arca de Noé es un libro sincero y fresco, matizado con el humor y la finísima ironía, recursos de los que el autor hace gala en varios momentos del poemario. Sus motivos van y vienen a su familia como esas mariposas que no encuentran dónde detener su vuelo:

Pequeña mariposa en la cocina
mi madre anciana en su trajín parece,
en sus pupilas grises aparece
lucecita de amor que hondo germina.

La constante alusión al personaje bíblico llena cada página y uno empieza a preguntarse por el destino de todo, por la importancia que cada gesto amenazado, entonces la familia se entroniza y mientras la lluvia amenaza con ahogarlo todo, el poeta salva incluso ese trozo de silencio necesario:

Espanten esos perros allá afuera,
que los gallos no canten.
Nadie debe cantar si no es canción de cuna.
Escuchen ese radio más bajito,

que no hagan tanto ruido los muchachos,
mis niñas han dormido a sus muñecas,
que nadie las despierte.

En un variado universo poético que va del soneto a la décima, al verso libre y a la cuarteta, Renael presenta su legado y espera, tal vez en ese caracol que algunos no prefieren. Él nos dice:

Aquí medito y pienso, escucho al mar
en su infinito irse y regresar
y veo en la penumbra más que el sol;
¿por qué entonces querrá la muchedumbre
que al ”ruido mundanal” yo me acostumbre
si soy feliz en este caracol?

Caracol o arca. Renael otra vez nos sorprende con ese sentido que tiene para salvar lo que merece.

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