Ronel González:
Atormentado de sentido
En julio del pasado año conquistó el Premio Iberoamericano Cucalambé el libro presentado por Ronel González Sánchez, nacido en Holguín en 1971 y residente en esa, la llamada ciudad de los parques. Destacado poeta, narrador e investigador, Ronel cultiva con esmero la estrofa de diez versos, de cuyo proceso de renovación ha sido protagonista temprano. En 1995, con sólo 24 años y en coautoría con su coterráneo José Luis Serrano, mereció el Premio Nacional Cucalambé por su libro El mundo tiene la razón, publicado por la tunera Editorial Sanlope al año siguiente. Entre su abundante obra publicada hay otros decimarios, como La furiosa eternidad (Ediciones Unión, 2000). En
TESTIMONIOS DEL CÓMPLICE
Que no, mi madre no pudo
dilacerar con pastillas
las macilentas mejillas
del inocente desnudo.
Lo sé porque en su saludo
no trepidó el parricidio.
Lo sé, porque a veces lidio
con su aberrada oratoria,
y puedo ver, tras su euforia,
el rostro del homicidio.
Que no. Mi madre desprecia
lo rahez. Mi madre nombra,
con perspicacia, la sombra
mensurable de la amnesia.
Aunque en su memoria arrecia
el egotismo, lo abyecto
es un embozado aspecto
de su fatum que vislumbra,
a través de la penumbra,
un omnímodo trayecto.
Que no, cualquiera está al borde
célebre de la violencia,
y puede sentir la urgencia
de silenciar el acorde
que una vida monocorde
tañe con muy poca suerte.
Cualquiera puede ofrecerte
la piedad del asesino,
y señalarte un camino
que te conduzca a la muerte.
Que no. No me digan nada.
Perfectamente uno puede
matar, pero nadie agrede
a una sombra condenada.
Preparar una coartada
seguro que no pensó
mi madre. Perdonen. Yo
no lo juro, pero digo
mi verdad. Soy un testigo
que siempre dirá que no.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal