Cuba Ala Décima

Sitio del Grupo Ala Décima. Director: Pedro Péglez González. Subdirectores: Modesto Caballero Ramos y Karel Leyva Ferrer. Corresponsales: Miembros y colaboradores del Grupo Ala Décima. Asistencia técnica: Belkis Amión. Biblioteca Ala Décima: Arístides Valdés Guillermo. Página Facebook: Alejandro González Bermúdez. (Visualización más aceptable por el navegador Mozilla Firefox)

martes, abril 03, 2007




Habanera Elizabeth

Por Pedro Péglez González
Foto: Tamara Gispert

La provincia de La Habana atesora una fuerte tradición decimística. Eso se sabe. Sin embargo se conoce más del desempeño de sus cultivadores de la variante oral —los repentistas— que de los que trabajan en su vertiente escrita.

Se habla poco, por ejemplo, de que el actual proceso de revitalización de esta última tuvo, entre sus sucesos iniciáticos, la aparición de libros como Con irreverencia y gratitud, de Felicia Hernández Lorenzo (Güines, 1957), publicado en 1990 por la habanera editorial La puerta de papel (hoy Unicornio), un decimario que ya adelantaba nuevas formas de decir (o mejor dicho, escribir) la estrofa, con el valor añadido de ser obra de mujer, condición que la costumbre (la mala costumbre) ha querido hacer aparecer como epígono de la escritura hecha por hombres.

En esto, por cierto, la décima contemporánea de la provincia de La Habana ha sido un saludable mentís, pues allí la “voz cantante” de la escritura —valga la paradoja— ha sido protagonizada por mujeres como la propia Felicia, Encarnación de Armas (Premio Nacional Cucalambé 1994 con su libro Beso que desata luz), Gisela Rizo, Selene Perera y otras muchas, lo cual puede corroborarse en el ensayo Hombres necios que acusáis… Estudio sobre el discurso femenino en la décima en Cuba, obra de la reconocida editora e investigadora Mayra Hernández Menéndez y publicada en el 2001 por la Editorial Oriente.

En Güines como Felicia, pero 19 años después, nació Elizabeth Álvarez Hernández, de quien Unicornio recientemente dio a la luz el decimario Un río junto al espejo, de fuertes resonancias líricas que retoman no temas, sino lo esencial poético de dos grandes autores como Dulce María Loynaz y Eliseo Diego, de trascendente huella en la vida de La Habana (ahora en el sentido, desde luego, de la antigua provincia, que incluía la capital, porque la necesaria subdivisión administrativa no puede hacernos olvidar el indivisible espíritu de lo habanero).

Con Dulce María tienen mucho que ver título y aliento general del volumen: ¿Quién pudiera, como el río/ ser fugitivo y eterno,/ vivir la luz y el invierno,/ la inmensidad y el vacío?// ¿Quién pasara, como el río/ sin el paso detener/ que alguien le espera saber/ y no importarle la espera?// Como el río, ¿quién pudiera/ pasar y nunca volver... ?

Con el segundo hay interesantes compromisos estéticos, que de hecho se anuncian en la sección titulada En la calzada de Eliseo Diego:

El poema es la esperanza./ Conversación en penumbra/ la palabra cuando alumbra/ el amor que nunca alcanza./ Ese trazo no descansa/ impredecible me quema/ en su verdad, sin más tema/ que uno mismo. Todo llene/ este verso que contiene/ la esperanza del poema.

Pero más allá de esas auténticas filiaciones y del rico universo ideotemático (por supuesto, mucho más plural que lo aquí ejemplificado, en razón del espacio), me seduce del libro esa atmósfera en que transcurre, de introspección del ser ante la corriente, a la vez transparente y turbulenta pero siempre de apariencia sosegada, a un tiempo fugaz y perdurable.

Y esa como música inaudible que lo envuelve todo: uno avanza en la lectura y, sin percatarse de ello, está escuchando una habanera.


De Un río junto al espejo (información sobre su presentación en el sitio web de Güines), compartimos con nuestros lectores un poema en dos décimas en que Eli
zabeth glosa versos de Felicia Hernández Lorenzo.


EN BLANCO Y NEGRO

Lennon desnudo, perdido
balaceado por la fama

Felicia Hernández


Lennon desnudo, perdido,
entre guitarras de roca,
con una flor en la boca
y el chaleco desprendido.
Quizás Lucy se ha dormido

en el cielo sin diamantes,
sólo guitarras amantes
de estirar cuerdas y voces.
Le confunden con los dioses,

vive en paredes y estantes.

Lennon, con sus espejuelos
sucios de mirarlo todo,
buscando tal vez un modo
de descender a los cielos.
Guitarra de largos pelos
que medio mundo reclama.
Lennon desnudo en la cama
entre cuerpos de ceniza

y aquel “imagine” sin prisa
balaceado por la fama...

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal

 
Blogalaxia Blogalaxia