De Ronel González,
un adelanto de su libro
premiado en el
Iberoamericano Cucalambé
El Premio Iberoamericano Cucalambé del pasado año correspondió al destacado poeta holguinero Ronel González Sánchez, nacido en 1971, con una abundante obra en versos publicada y numerosos galardones recibidos, entre ellos el Premio Nacional Cucalambé 1995 por el decimario El mundo tiene la razón, escrito en coautoría con su coterráneo José Luis Serrano.
El libro de Ronel premiado en el 2006, bajo el título provisional La libertad del suicida y renombrado ahora como Atormentado de sentido, verá la luz próximamente por
¿AHORA DIRÁN QUE SOY NEOMODERNISTA?
Signado por la hybris, un concepto que subvierte la fysis, su contrario, en los límites urdo el obituario —el vocablo lo apoyo en el precepto de que el invicto inhuma al héroe inepto y el poietés sumerge al precedente en vagaroso ámbito— consciente, como eviscerador metalingüístico, de que en el autoexamen, lo apriorístico resulta un boomerang, generalmente. Me autoprologo, y canto, a pesar nuestro —implico al que pedí que valorase las pluriisotopías de mi frase poética y rehusó, porque un maestro turiferario, realizó el secuestro de su invaluable exégesis— Me excluyo, como infiel referencia, del barullo que actúa sobre el filólogo arqueológico, dueño de un arsenal metodológico para enquistarme en un aserto suyo. (1)
En este punto ya el lector bosteza. El proemio lo aburre (no hay prefacio que no derive en fraude.) Soy reacio a preludios cifrados con destreza (o sin ella). Me mueve la certeza de que no en todo afán versolibrista encarna la poiesis. “Fetichista de la rima y el metro”, con cinismo me niego a disfrazar el “vanguardismo”, con la teatralidad postmodernista.
Si la causalidad aristotélica —sólo un ejemplo— socavó Lezama, para que lo incondicional fuera una rama de lo desconocido, pantagruélica resulta la exclusión de una modélica estrofa que también refleja a Dios en instantes canónicos. (Atroz de mi parte nombrar al Padre en vano, se trata de un desvío copernicano —la idea es de Roberto (2)— que mi voz no define y, por tanto, al pairo queda…)
Si pergeño este prólogo es un signo de que la metadécima reúne en la univocidad del cuerpo inmune la intimidad, lo externo, el fidedigno retrato, el intertexto, lo maligno de un lenguaje que en él se refocila. La décima ya no es la retahíla paisajística, sopla desde dentro de la cláusula el rhythmus del encuentro con una resistencia que aniquila.
En San Pedro de Cacocum, noviembre, 2006.
(1) Curbelo, Jesús David: “Meditaciones después del toque de queda” en Carlos Esquivel: Toque de queda. Las Tunas, Editorial Sanlope, 2006, p. 12.
Más información sobre la obra de Ronel González puede hallarla en comentario de Waldo González López, publicado en Cubaliteraria.
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