imprescindible
en nuestra actual décima escrita
Ya
OTRO PREMIO PARA UN ESCRITOR VILLACLAREÑO
Por Blas Rodríguez Alemán
Un inesperado regalo de cumpleaños recibió el escritor villaclareño Yamil Díaz Gómez, al conocer telefónicamente la obtención del Premio Memoria, que otorga el Centro Pablo a proyectos de libros, denominado “La calle de los oficios”. Yamil concursó con la obra Las voces que nos rodean, en el género de testimonio. Según la convocatoria el premio consiste en una ayuda económica y la gestión para la publicación del libro. La ceremonia de premiación ocurrirá el día 9 de febrero en San Carlos de
Yamil Díaz Gómez. Santa Clara, 1971. Poeta, narrador, ensayista, editor, critico, periodista y profesor. Licenciado en Periodismo en
De su poemario en décimas Soldado desconocido, ofrecemos el poema que inaugura el volumen.
ÁLBUM DE FAMILIA DEL SOLDADO DESCONOCIDO
Yo soy el muerto. Mi casa
muerto a muerto se disuelve.
Soy la añoranza, que vuelve.
Yo soy el tiempo, que pasa.
El álbum: sólo una brasa
que a la derrota se afilia.
Cuando a la eterna vigilia
siento que salgo de viaje,
yo soy mi propio equipaje,
yo soy mi propia familia.
Yo no esperé en el abismo
hasta el último minuto
para vestirme de luto
por la muerte de mí mismo.
Acaso algún exorcismo
podrá librarme de mí:
alguien que me diga si
aún vago por los andenes
o adónde han ido los trenes
con aquel niño que fui.
¿A dónde van con su historia
los padres? ¿Habrá un recinto
más largo que el laberinto
de un cadáver sin memoria?
Ah, se nos quedó la gloria
en la última estación.
Volver es pura ilusión:
apenas nos entusiasma
que otros dedos de fantasma
nos rocen el corazón.
Rozar la madre. Tan alta.
Tan alta y sola se mece;
la amara, si yo no fuese
una página que falta.
El desamor que me exalta
en mí se tiende: barrunta.
Si apenas una pregunta
perdurará de este hoy;
si de alguna forma soy
también ese que me apunta,
si otra bala, otra asechanza,
hoy me disputan el mundo,
mientras el azar —rotundo—
ha puesto en una balanza
cuál álbum (cuál añoranza)
cerrará de un estampido;
si al final de lo perdido
ni a mí mismo me he encontrado,
no hay modo de ser soldado
sin ser un desconocido.
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