Cuba Ala Décima

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viernes, febrero 16, 2007

Sobre Desnuda para salvarme,
de Mayki Fuentes

ESA FEBRIL MELODÍA…

Por Waldo González López
(Prólogo
del libro, edición de Jorge M. Mendoza Solana y diseño de Mesleydes Yanes, Amigo tips’s S. A. de C. V., Villahermosa, Tabasco, México, 2005)


No se equivoca Mario Benedetti: claro que una mujer bella, hermosa, joven… y desnuda es un enigma por de
scifrar, más si es poetisa y, todavía más, si emerge, erótica, de las fuentes de la poesía y se llama Mayki (nombre raro, a la manera de Rubén Darío). Tal esta muchacha de apenas 25 años y poseedora de esas tres cualidades, a las que sumo enseguida otro necesario calificativo: talentosa.

Desde que la conozco (fue años atrás en su acogedor ámbito martiense y matancero, cuando era apenas una chica de 16 ó 17 años), ella no ha hecho otra cosa que regalar belleza, hermosura y sensualidad con su esbelta figura, al tiempo que ofrecernos sus versos surgidos de las fuentes de la genuina poesía amatoria (su mejor cuerda lírica), protegida por su dios tutelar, acaso sátiro de sus noches: Eros.

Por ello, la incluí en mi antología Que caí bajo la noche. Panorama de la décima erótica cubana (Ediciones Ávila, 2004), con «Antojo» (aquí «Esa febril melodía») que cierra (o reabre mi libro para una posible y pronta redición), justamente por sus cualidades mencionadas.

Mas, ya antes había sido seleccionada por la investigadora y editora Mayra Hernández Menéndez para su ensayo-antología Hombres necios que acusáis…Estudio sobre el discurso femenino en la décima en Cuba (Premio Razón de Ser, 1999; Editorial Oriente, Col. Mariposa, 2001), en cuya Sexta Parte le dedica el acápite Con el temor de la espera. Allí afirma la estudiosa que la poetisa ya resalta en la estrofa, «sobre todo por la profundidad de sus versos, marcados por un aliento íntimo y un mesurado erotismo».

Por cierto, en su volumen, Mayra también había incluido el texto que da título a este prólogo —sólo que con otro (y ya es el tercero): «Para un tiempo cuerdo»—, así como las dos de «Con el temor de la espera», merecedoras del Premio en el Encuentro-Debate Provincial de Talleres Literarios de 1996, cuando la autora de Hombres necios… y yo integramos ese jurado.

Cierto. Mayra y quien escribe este prólogo la «descubrimos» en nuestras visitas de apoyo al Taller Literario José Martí del querido municipio homónimo —al que asistíamos invitados por el inolvidable asesor literario y poeta Frank Chávez—, donde nos percatamos de su talento, como el de otros jóvenes en los que pusimos nuestra atención.

Cuando muy en serio dijo el notable comediante cinematográfico Groucho Marx: «el amor es algo maravilloso», le respondió el narrador y poeta cubano Severo Sarduy: «No recuerdo el amor, sino el deseo». Sin embargo, los dos coinciden con mi colegamigo, el poeta, traductor y editor español Jesús Munárriz: «…es Dios quien se ama en nuestros cuerpos / —nuestros cuerpos dispuestos para el éxtasis por su sabiduría— / y su goce es el nuestro».

Y, por supuesto, los tres se bifurcan hasta confundirse en el sendero de los jardines borgianos en cuyo final, como una luz sedienta al fondo de un túnel, nos espera, para iluminarnos con su esplendor, esta Maga, quien nos introduce en su reino de sexo, amor y poesía. Aquí, donde es dueña absoluta, tal una ardiente Circe, nos marca con el fuego de su apasionado verbo: Busco en mi carne cerrojos / que ya no hayas burlado. / Con qué violencia has saciado / toda la sed, mis enojos. / Se va colmando de antojos / mi cuerpo —madera loca— / cuando me invade, me toca / esa febril melodía, / se me va esfumando el día / en el placer de tu boca.

La desnudez como constante es una de las premisas del discurso erótico de Mayki, cuyo despojarse de hojarasca en la poesía constituye característica esencial de este volumen, según lo corrobora su autora una y otra vez. Veámoslo en Naufragio, donde nos acontece su inapagable ardor: Desnuda estoy en tu barca / sin excusa entre la gente / y cuelgo el deseo urgente / de la vela. Niego el arca. / Tu cuerpo será la marca / del naufragio. Me amaneces / en la cintura, padeces / insalvable entre la espuma. / La entrega será la bruma / del fuego donde me creces.

Como escribí en el prólogo (Sólo el sexo y la pasión…) de mi citada antología: «La imaginación erótica del cubano es proverbial, pues de ella no escapa nadie, salvo acaso los tarados mojigatos o los infelices que aún no probaron las maravillas de sexo en cualquiera de sus múltiples ofrecimientos y posibilidades, porque, ya se sabe: en esta materia nadie tiene la última palabra y, además, todo o casi todo es válido, sólo depende del gusto y las preferencias de cada cual.»

Así me sucede con los poemas de esta muchacha vestida que imagino desnuda cuando leo sus fogosos e imaginativos (¿o testimoniales?) versos, plenos de ese fuego que le arde —cerebro y corazón mediante, para decirlo con Nicolás Guillén—, como en sus entrañas.

En dicho prólogo también yo señalaba que «el sexo constituye para los nacidos en Cuba una suerte de fiesta innombrable, como estimaba Lezama en lo referente a la cubanía y lo cubano. El sol, el clima y el mestizaje que conforman ese fabuloso todo mezclado guilleniano genera en nosotros una suerte de Caja de Pandora antillanamente única, caribeñamente mágica que permite el lujo de nuestra sensualidad y sexualidad invariables, infinitas, inmarcesibles».

Por ello, resulta válido este poemario/decimario tan personal de la joven poetisa matancera, cubana y antillana. Por eso, estos versos intensos con los que Mayki Fuentes se instala, con pleno derecho, entre las mejores poetisas de su promoción. Por ello, en fin, te entrego este regalo de erotopoetisa cuyo descubrimiento tanto te satisfará, erotolector, que cuando lo hayas finalizado, recomenzarás, deleitoso, el incitante (¿o excitante?) viaje por sus vitales páginas, donde no arde un hombre —como pedía Whitman—, sino una hermosa muchacha, libre de ropas y prejuicios, que te susurrará, deseosa, como al amante: Nunca sabré si regresas. / Sigo desnuda—imaginas-- / esculpiendo en las neblinas / el deseo. Siempre apresas / al aliento cuando besas / sin tanta razón naciendo / entre las manos, perdiendo / todo el asombro sin ver: / cómo podré recoger / el sol que se está cayendo.

Por último, como Mayki nunca había publicado un libro hasta ahora, este poeta-crítico agradece la presente edición de Jorge M. Mendoza Solana, a nombre de quienes, desde décadas atrás, continuamos dando el necesario espaldarazo a las nuevas voces de la mejor décima cubana contemporánea.

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