Mañana sábado
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Toque de queda
El poemario Toque de queda, de Carlos Esquivel Guerra (Elia, Las Tunas, 1968), libro galardonado con el Premio Iberoamericano Cucalambé 2005 (el más alto reconocimiento a un libro de poesía escrito en décimas) y publicado por
NIÁGARA
Dolor mío, pero de qué. ¿Dolor de no ver al Niágara, límpido y majestuoso? ¿O, acaso, dolor de no ver a Heredia frente al Niágara? La segunda imagen, esa prefiero.
Yo me doblo tranquilo ante tus huesos
de mar, aunque estremezcan las montañas
las luces de tus olas, tan extrañas
como el nombre del ángel y los rezos
o la nube danzante sobre presos
arrecifes de Dios.
Saltan los ríos,
lejanos de la patria, pero míos
y de la sangre libre que confunde
al naufragio que salva con el que hunde
países, inocencias, extravíos.
Y acaso divisar lo oscuro puedo,
el ave al cazador que le dispara,
un huracán sin nombre si me atara
violento como Eneas hacia el miedo.
En el pan de la roca que no cedo,
el ojo se consagra perseguido
a una nota del mar que es sólo un ruido
de culpa inmemorial al que me inmolo.
En el vientre del pez que canta solo
yo vivo para ti como un aullido.
Lejana de las fotos tu corriente
retumba tras el hielo y me respira
una madre que nubla la mentira
y un viento que se esconde en el torrente.
como el muerto de Roma en la marea,
y me envuelve una isla que no humea
la boca del reloj en su reposo:
en la hierba, en la sangre, y en el foso,
en el dios solitario que te crea.
herido en la memoria del papel,
a veces el traidor o el hijo fiel
sangran aunque el cuchillo no es humano.
aire, tiempo, ciudad, y unos pequeños
arcos de una bandera ya sin dueños.
El alma te navega con mi suerte,
sabiendo que confundo con la muerte
el asco, mi dolor, todos los sueños.
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