Cuba Ala Décima

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viernes, febrero 16, 2007



Mañana sábado
en la Feria,
Toque de queda

El poemario Toque de queda, de Carlos Esquivel Guerra (Elia, Las Tunas, 1968), libro galardonado con el Premio Iberoamericano Cucalambé 2005 (el más alto reconocimiento a un libro de poesía escrito en décimas) y publicado por la Editorial Sanlope en el 2006, será presentado mañana sábado a las 2 y 30 de la tarde en la XVI Feria Internacional del Libro Cuba 2007, en la penúltima jornada de su etapa inicial de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña. De ese volumen presentamos uno de sus poemas, en décimas endecasilábicas.


NIÁGARA

Dolor mío, pero de qué. ¿Dolor de no ver al Niágara, límpido y majestuoso? ¿O, acaso, dolor de no ver a Heredia frente al Niágara? La segunda imagen, esa prefiero.


Yo me doblo tranquilo ante tus huesos
de mar, aunque estremezcan las montañas

las luces de tus olas, tan extrañas

como el nombre del ángel y los rezos
o la nube danzante sobre presos

arrecifes de Dios.

Saltan los ríos,

lejanos de la patria, pero míos
y de la sangre libre que confunde
al naufragio que salva con el que hunde

países, inocencias, extravíos.

Y acaso divisar lo oscuro puedo,
el ave al cazador que le dispara,
un huracán sin nombre si me atara

violento como Eneas hacia el miedo.

En el pan de la roca que no cedo,
el ojo se consagra perseguido
a una nota del mar que es sólo un ruido
de culpa inmemorial al que me inmolo.

En el vientre del pez que canta solo
yo vivo para ti como un aullido.
Lejana de las fotos tu corriente
retumba tras el hielo y me respira
una madre que nubla la mentira
y un viento que se esconde en el torrente.

Tú brotas una espada tan reciente
como el muerto de Roma en la marea,
y me envuelve una isla que no humea
la boca del reloj en su reposo:

en la hierba, en la sangre, y en el foso,
en el dios solitario que te crea.

Al perderse tu sangre en el oceano,
herido en la memoria del papel,

a veces el traidor o el hijo fiel
sangran aunque el cuchillo no es humano.

Qué hay después de los dos: polvo y gusano,
aire, tiempo, ciudad, y unos pequeños
arcos de una bandera ya sin dueños.

El alma te navega con mi suerte,
sabiendo que confundo con la muerte
el asco, mi dolor, todos los sueños.

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