TITI Y MAMITA
ENTRAN EN EL JUEGO
Sobre el Libro de Titi y Mamita, de Míriam Estrada y Diusmel Machado
Por Pedro Péglez González
Una de las facetas singulares del proceso de revitalización que viene experimentando la décima escrita cubana desde finales de los 80 hasta hoy, es la presencia de la estrofa -llevada de la mano mayoritariamente por jóvenes autores- en la poesía concebida especialmente para niños.
Por sólo citar un punto de referencia, en el concurso nacional de literatura y artes plásticas Regino Boti, que convoca Guantánamo cada año, el cetro de la especialidad infantil escrita lo han merecido cuadernos como Escalera de sueños (1996, decimario de Antonio Gutiérrez); Papeles de la isla verde (2001, poemario que incluye décimas, de Luis Mariano Estrada); Cortina de juegos (2002, décimas y sonetillos de Adriano Galiano); y Donde el jején puso el huevo (2003, decimario de Jorge Luis Peña); todos, por cierto, autores de Las Tunas; y los últimos tres, poetas noveles también reconocidos en otros registros de la literatura.
Recientemente, el sello Ácana, de Camagüey, publicó el decimario Libro de Titi y Mamita, de Míriam Estrada y Diusmel Machado, madre e hijo nacidos en el municipio de Guáimaro, que se trenzan en la medianía del volumen en una simpática y lúdica controversia:
Mamita:
-Desde el día en que naciste
vienes diciendo mentiras:
a los ojos nunca miras
porque mentir es muy triste.
Y aunque una vez me dijiste:
“Yo nunca he sido tramposo”,
tú me dirás que yo gozo
jugando a que sí y que no,
¡pero ya usted me ganó
el juego del mentiroso!
Titi:
-¡Lo que tú digas no vale!
Mamita:
-¡Lo que tú gritas, no cuenta!
Titi:
-¡Yo te canto las cuarenta!
Mamita:
-¡Yo no tengo quien me iguale!
Titi:
-¡De tu boca solo sale
un chorro de bobería!
Mamita:
-¡Toda tu majadería
te deja tan mal parado
que acabas como un pescado
en una panadería!
Evidentemente, ellos juegan no sólo con las reglas de los enfrentamientos lúdicos infantiles, sino también con las de la rivalidad fraterna de los decimistas improvisadores. Al final del tope, curiosa y muy atinadamente, los autores escogieron una décima de pareados, no ortodoxa, para acentuar la declinación de la competencia:
Titi:
-Está bien… Usted me gana,
mejor seguimos mañana.
Mamita:
-Lo mismo que pienso yo:
¡ya ve que usted me ganó!
Titi:
-Mejor hacemos las paces:
yo las hago y tú las haces…
Mamita:
-Esta décima es curiosa.
¿Te das cuenta de una cosa?
Titi:
-La rima perdió la inercia…
Titi y Mamita:
-¡Se acabó la controversia!
A más de las virtudes del texto anterior, por añadidura dramatizable, válido para ese otro juego que es la representación escénica infantil, el afán lúdico está presente a lo largo del poemario, una de cuyas páginas es esta deliciosa décima-trabalenguas:
Yo tengo un amigo gago,
gago, pero buen amigo.
Cuando viene a hablar conmigo,
yo no sé cómo me hago
para entender a ese gago.
¡Tengo que volverme el Mago
de Merlín, a ver qué digo!
Y cuando no lo consigo,
no puedo hablar con mi amigo.
¡Yo no sé cómo me hago!
Libro de Titi y Mamita es un decimario que en definitiva viene a corroborar la gracia y vena fabular ya demostrada antes por los autores. La propia editorial Ácana, años atrás, había publicado el poemario para niños Mapucha, de Míriam Estrada (1958), quien cuenta, entre otros galardones, con el Premio de
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