ONEIDA TIENE MÁS QUE UN JUEVES
Por Pedro Péglez González
En cierta ocasión, de visita común a una provincia, presenté a Luisa Oneida Landín (
Traigo el pasaje a cuento, a propósito de que Ediciones Extramuros, de la capital, el pasado año dio a luz un poemario de Oneida, cuyo título,
Nada de contemplación capitalina, como pudiera buscar en estas páginas un lector despreocupado o epidérmico. Bajo la contenida llaneza de su léxico -a ratos, como para entramparnos, de cierta tendencia expositiva- hay una suerte de juego intertextual entre la ciudad-entorno y un sujeto lírico genuinamente femenino pero ajeno a todo feminismo burdo, transido de auténticas desgarraduras, tanto más convincentes cuanto menos explícitas.
Este es el segundo poemario de la autora. El primero, que ella bautizó Versos de mujer con sombrilla, apareció, entuertos técnicos mediante, bajo el comedido título Poemas, por el sello mexicano La tinta del alcatraz, en el 2000. Un tercer volumen, Marcas de agua, salió este año por
Es decir, un quehacer ya notable, de cuyos frutos participa la formación adquirida en el grupo de poetas de
En la obra de Oneida la estrofa de diez versos tiene un lugar de reverencia, y esa es la razón de que la traigamos a esta página. Lleva cuatro ediciones del concurso nacional Ala Décima obteniendo lauros, y en la edición de este año 2006 mereció el segundo puesto, con un largo poema del que ofrecemos un fragmento y que integrará y dará título a su cuarto libro, próximo a aparecer por una editorial mexicana.
MUCHACHA QUE BAILA SOBRE MIS PAPELES
y en tu delgadez cantada toco, hija mía, un pan sin
corteza, una masa tibia de inocencia y ternura.
Roberto Manzano
ella emerge en su diatriba prisionera de la sed
ella rompe la pared del silencio que derriba.
ella tiene quien le escriba sus canciones en el viento
sabe volver en el lento regreso de la palabra
mientras en la noche labra su infinito pensamiento.
(…)
baila niña en mis papeles en un pacto con lo ignoto
baila en el sonido roto del dolor y los cinceles.
baila niña en mis papeles para esta furia callada
guarda esta nota estrujada (desvalida entre mi puño)
que habita como el rasguño insondable de la espada.
de puntillas hacia el cielo danzas la última pieza.
qué lluvia. qué nota es esa tan musical en tu pelo.
baila niña en mi desvelo como gaviota de prisa.
lo inmenso se minimiza (todo se reduce a nada)
mientras tú sigues en cada movimiento de la brisa.
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