ADA ELBA Y SUS DÉCIMAS
Ada Elba Pérez (Jarahueca, Sancti Spíritus, 1961) hubiera cumplido 45 años el pasado 20 de septiembre si un aletazo brutal del destino, para decirlo con palabras de Teresita Fernández, no nos hubiera arrebatado su presencia física en 1992, cuando sólo contaba 31 años. Tiempo que le bastó, sin embargo, para dejarnos una sorprendente obra como poetisa, artista plástica, compositora musical, periodista y promotora cultural.
Con el fin de intercambiar sobre su quehacer y sobre las disciplinas a que dedicó sus desvelos, desde 1997 se realiza
En homenaje a Ada Elba, traemos dos poemas de su autoría, escritos en la estrofa de diez versos, la cual cultivó con cariño que le venía del terruño que la vio nacer.
JIRONES
I
Su gran aletazo puso
a ser extraño otro enero,
dejó un frío carcelero
ahogándose en el desuso
de ese desamor intruso
que vaga por los rincones
torvos, de otros corazones
que acuñan sus muertes viejas
dándole brillo a las rejas
de sus íntimas prisiones.
II
Hay un pájaro extraviado
en la prisa universal.
Toda su marcha animal
se hunde en el párpado helado.
Su riesgo cantó en el lado
de un firmamento fecundo.
Habrá que ahondar el profundo
adverbio del alabur
porque en cada nota, al mundo
le muere un pájaro sur.
RITUALMENTE HUMANO
I
Cauce que ciñes la abierta
libertad de la corriente;
ola que finges tu ausente
voz, contra la roca yerta;
espiral ciega que incierta
chocas contigo otra vez:
sálvate de la aridez
con que abrigas la semilla,
porque mañana a tu orilla
se le irá el mar pez a pez.
II
Aquí hay azul de camino
para subir adelante,
y cada paso sin antes
tiene un después, un destino
que va donde va el camino
de la pisada presente:
el horizonte es la urgente
huella por dar, caminante,
y es esa locura errante
con que tropieza la muerte.
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