RECUENTO
Premio Ala Décima 2002
La identidad del espejo,
En el segundo concurso nacional Ala Décima, correspondiente al año 2002, participaron cuadernos procedentes de 11 provincias cubanas. El jurado, integrado por Pedro Péglez González, Karel Leyva y Giraldo Segura, otorgaron entonces el primer premio a
También trovador y hombre de teatro, desde hace años muy vinculado a la rica vida cultural de Guanabacoa, su municipio de residencia, el poeta Frank Upierre, aunque ha cultivado todas las variantes formales de la poesía, siempre ha tenido preferencia por la estrofa de diez versos (influido desde la infancia por el padre, un conocido improvisador) en cuya renovación escritural viene participando desde finales de los años 80. Una muestra de ello son sus decimarios publicados: Está lloviendo en
En el prólogo a La identidad del espejo, publicado por el Grupo Ala Décima al año siguiente en humilde folleto, se comenta sobre estos textos: “Poesía del ser, del hombre ante sí mismo, en un retablo de resonancias citadinas. Poesía lúdicra, en que el escritor incita a acompañarlo en su juego de indagaciones, a través de laberintos donde el hombre puede terminar preguntándose si es él realmente quien inquiere o si es él apenas quien se ve obligado a las respuestas. (…) En un rico juego temporo-existencial, Frank Upierre nos lleva a través de estas páginas por los vericuetos de la propia identidad, individual o colectiva según se la vea y gracias a la plasticidad de que ha logrado dotar a todo el corpus metafórico del cuaderno”.
Tras la obtención de este galardón, Frank se integró como miembro al Grupo Ala Décima, y actualmente se desempeña en actividades de coordinación de su filial en el municipio de Guanabacoa, donde junto a Giraldo Segura creó el taller literario La montaña mágica, con jóvenes poetas interesados en la estrofa de diez versos.
De La identidad del espejo, ofrecemos uno de sus poemas.
Cantares...
(Yo soy un eco que pasa.)
Estoy y no estoy
soy viento
ya disuelto en la armonía
multiforme
de la orgía
del agua y del firmamento.
Una agonía.
Un aliento.
También pude ser un giro
imperceptible.
Retiro
domesticado del mar.
Hombre fui en otro lugar.
Hombre fui.
No más suspiro.
Salmo fui.
Vena divina
para el dolor marginado.
Ya polvo indocumentado
fui...
y fui también esa esquina
del alma que disemina
un agua mansa de amar.
Hombre fui en otro lugar
ya nihilismo...
transparencia
suspiro de su existencia.
Luego...
Cenizas al mar.
...del otro yo
Yo no existo.
Sólo estuve
en el tiempo que estuviste.
La imagen que de mí viste,
no era imagen.
Era nube.
El camino que ya anduve
eras tú mismo al revés.
Tu rostro más de una vez
buscándote en el espejo...
Viste entonces
mi reflejo
andando sobre tus pies.
Cuando nací ya tú estabas
en el aire sideral.
Por las aguas de un caudal
cósmico
tú, navegabas.
De mirarme te inventabas
tu rostro por ver mi Cristo.
Seguro de haberme visto,
burlaste la enarmonía....
creíste ver la cara mía.
Pero perdón... ¡yo no existo...!
Portada del folleto publicado.
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